Por Fidel Vascós González
29/05/2023
Fuentes: Rebelión
Presentación en la Jornada por el 170 natalicio de José Martí organizada por la Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana (SEAP) el 19 de mayo de 2023.
Se ha dicho con razón que el pensamiento de José Martí es infinito y muchas de sus consideraciones pueden aplicarse en otros entornos y momentos de la época que le tocó vivir. Ello se manifiesta también en las cuestiones económicas que trató, tema que no ha sido suficientemente investigado y divulgado en comparación con otros aspectos de su ideario. Destacados especialistas lo han abordado con mayor o menor acierto, pero aún está pendiente una valoración integral y profunda de sus criterios económicos en todas sus aristas y con los distintos enfoques sobre ellas.
En el actual período revolucionario se destacan las investigaciones publicadas sobre el tema económico en nuestro Héroe Nacional por los Doctores Rafael Almanza Alonso, Graciela Chailloux Laffita y Salvador Morales Pérez. De las obras anteriores merecen mencionarse los autores Jacinto Torras, Felipe Pazos y Leopoldo Horrego Estuch. En la preparación del presente texto me he apoyado en algunos de estos libros, otros artículos y directamente en las Obras Completas del propio Martí.
Con esta intervención no pretendo saldar la deuda mencionada con los estudios martianos sobre economía. Les estoy presentando un avance de investigación de un plan sobre el análisis del pensamiento económico de José Martí que me he propuesto desarrollar motivado por este oportuno evento de la Sociedad Económica de Amigos del País. Para leer ante ustedes he escogido siete temas que considero relevantes en la exposición sobre las ideas económicas del Apóstol. Ellos son: Agricultura e industria; Liberalismo económico y proteccionismo; Transferencia tecnológica; Propiedad sobre los medios de producción; Monopolios; Temas monetarios; y Economía cubana.
Una advertencia inicial. En mi opinión, no puede encasillarse a Martí como partidario ortodoxo de una doctrina económica determinada. El objetivo principal de sus afanes era transformar la realidad para bien de Cuba, Latinoamérica y la humanidad, por lo que el aspecto práctico del momento en que actuaba iba determinando las adecuaciones a la teoría que propugnaba en la economía.
Agricultura e industria
Martí consideraba la agricultura como la única fuente de la riqueza real cuyo valor se iba trasladando a la industria y al comercio, en la medida que avanzaba el proceso de la transformación de sus productos; asimismo, aseguraba que la tierra siempre produce y fructifica. Esta concepción había sido elaborada por los fisiócratas desde el siglo XVIII en Francia la cual sustituyó al mercantilismo que reconocía solo en los metales preciosos la fuente del valor en la economía. No hay dudas de que Martí conocía las ideas de la fisiocracia; pero, en mi opinión, no se le puede calificar como partidario definitivo de esta doctrina, pues con el acento en la agricultura Martí también estaba reflejando la importancia real de ese sector en los países latinoamericanos a los que él se refería en sus escritos. Lo que está claro es que no concebía que la única fuente de valor económico es el trabajo de los seres humanos, planteado por Adam Smith y David Ricardo a fines del siglo XVIII y principios del XIX y llevada a su máxima expresión por Carlos Marx y Federico Engels a mediados de este último siglo mencionado. Marx descubrió que la única fuente del valor en la economía es resultado de la labor de los trabajadores, los cuales reciben parte del valor creado por ellos mismos mientras el resto del valor le es robado por los propietarios del capital. Martí no consideraba esta forma de explotación del trabajador y defendía que si la tierra, el trabajo y el capital se juntaban para producir la riqueza, el producto debe repartirse entre estos tres elementos, o sea, la renta para el terrateniente, el salario para el obrero y la ganancia para el capital. Cada uno recibía el fruto de lo que había aportado y no existía explotación entre ellos. Hacía suya así la teoría de la economía política vulgar que habían formulado Smith y Ricardo y que Marx supera definitivamente con la teoría de la plusvalía donde solo el obrero crea el valor. No obstante, Martí critica el desmedido enriquecimiento de los ricos que dejan en la miseria a los trabajadores reflejando su concepción humanista, democrática y popular.
Con relación al papel de la agricultura en Martí viene a colación recordar que en los primeros años de la Revolución Cubana se concebía el desarrollo de la industrialización a partir de la agricultura, sector que acumularía los recursos necesarios que luego se utilizarían para impulsar la industria. Esta concepción ajustada a las condiciones de Cuba era distinta al programa leninista de la industrialización en la Rusia soviética cuyo pivote era la industria pesada. Nuestro caso le da la razón al Héroe Nacional en cuanto a la importancia de la agricultura en la economía.
En contraste con la agricultura, Martí no le concede a la industria el papel de principal basamento de la economía. Así lo expresa en su análisis de la situación mexicana mientras residía en este país. En particular se refiere a la industria extractiva, el principal producto exportable en oro y plata del momento. Al respecto considera que la minería es una reserva agotable de la cual no se puede depender. Con relación a la industria manufacturera, sí considera que debe protegerse en su competencia con las extranjeras ya que, a partir de la materia prima nacional, puede convertirse en asiento del bienestar del país.
Liberalismo económico y proteccionismo
Donde sí está mas clara la preferencia de Martí es en el tema del liberalismo económico, muy en boga en tiempos del Apóstol. Defendía la libertad de empresa, la competencia, el librecambio, el libre comercio exterior. Sin embargo, hacía una diferenciación en la aplicación de esta doctrina según si el país en cuestión estaría “formado” o en la etapa inicial de su “formación” (La terminología actual sería “país económicamente desarrollado o subdesarrollado”.) Para el país “formado”, defiende que el libre comercio exterior es conveniente y justo. Pero para el país “en formación” Martí rechaza su adopción por perjudicial, pues le impediría “formarse” en libre competencia con las industrias exteriores mejor calificadas que llenarían el mercado interno. En este caso recomienda un “proteccionismo táctico y moderado” con la introducción de aranceles hasta que el país en cuestión logre su industrialización. Entonces, decía Martí, la supresión de aranceles con la aplicación del librecambio mostraría sus ventajas. Aquí también se refleja el concepto de autoctonía económica del Maestro pues considera que la Economía no tiene leyes inmortales, sino que son reformables según las condiciones de donde y cuando se apliquen. Al respecto, el objetivo principal que procura Martí al tratar los temas económicos es alcanzar el progreso nacional para garantizar el bienestar popular de las grandes mayorías y, su meta final: la justicia social. Estas tres categorías/objetivo estarán presentes en todo su pensamiento económico a lo largo de su vida.
En la actualidad sigue manifestándose la disyuntiva, según las condiciones, de aplicar el librecambio o el proteccionismo en la relación entre países, tanto dentro de una región como en la economía global. Los Tratados de Libre Comercio reflejan esta disyuntiva y aportan ventajas o desventajas según las características de los países participantes y las condiciones que se acuerden. Hoy Cuba tiene aranceles en su comercio exterior acorde con su política proteccionista. Sin embargo, ha mostrado su disposición de aplicar elementos del librecambio como es el caso de la reciente convocatoria del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para establecer medidas antiinflacionarias, que incluyen la eliminación de aranceles de ciertos productos entre los países involucrados para reducir los costos de importación y rebajar los precios mayoristas y minoristas en el comercio interior. Como respuesta a la convocatoria mexicana nuestro país está participando en las reuniones previas que apuntan a eliminar aranceles en determinados productos entre los países participantes. Aquí también está presente la dialéctica económica del pensamiento martiano.
Transferencia tecnológica
La mejor demostración del empeño de Martí por divulgar y promocionar los avances tecnológicos y su transferencia entre países, sobre todo para América Latina, se recogen en sus escritos de la revista mensual La América, editada en Nueva York a partir de 1883, y en la cual llega a ocupar la responsabilidad de Director. La publicación estaba destinada a los anuncios de productos para la venta, pero tenía una parte donde se ampliaban las características y uso de lo anunciado. De la pluma de Martí salieron muchos de estos artículos, entre ellos, los que describen herramientas, máquinas, procedimientos agrícolas e industriales. Dedicaba especial atención a las artes mecánicas y su aprendizaje. Destacan sus crónicas sobre exposiciones de nuevas tecnologías, como la de Nueva Orleans. Proponía que los países de Latinoamérica montaran exposiciones permanentes en Estados Unidos y países europeos para dar a conocer lo mejor de sus producciones para la exportación. La América no era la única publicación mediante la cual Martí promovía el desarrollo tecnológico para los países latinoamericanos. En 1878 había concebido la Revista Guatemala con similares objetivos, pero se frustró su publicación. En este aspecto es reveladora su crónica sobre la Exposición Internacional de París de 1889.
Propiedad sobre los medios de producción
En la agricultura, Martí defendía la propiedad privada de pequeños productores que conducía, dice, a crear los frutos de la riqueza y la concordia. Esta concepción la extendía a otras ramas de la economía, pues consideraba que es rica una nación que cuenta con muchos pequeños propietarios. Al defender la propiedad privada no la conceptualizaba como algo sagrado e intocable, pues consideraba la posibilidad de la nacionalización de la tierra y aceptaba la propiedad social de los servicios públicos, aunque no la generalizaba a otros sectores pues defendía la iniciativa privada y el derecho natural individual del ser humano. De aquí que rechazaba el socialismo propugnado en su época, caracterizado generalmente como la supresión del derecho y la libertad individuales aplastados por el derecho y la libertad de lo social y gregario representado por el Estado totalitario. No hay un Martí socialista, aunque muchas de sus ideas enriquecen el actual proceso de construcción del socialismo en Cuba. Al respecto hay que destacar y admirar la visión humanista, popular y democrática de Martí, pues al defender en general la propiedad privada sobre los medios de producción fustigaba como injusta la riqueza exclusiva y aseguraba que no es rico el pueblo donde hay algunos hombres ricos, sino aquel donde cada uno tiene un poco de riqueza.
Monopolios
La formación del pensamiento económico de Martí tiene lugar en la época del tránsito del capitalismo de libre competencia al capitalismo monopolista en los Estados Unidos y su influencia en la región latinoamericana. Con rapidez digna de destacar Martí alcanza una clara concepción de lo negativo que constituye para la sociedad la creación de los monopolios a partir de las fusiones de empresas comerciales e industriales. Proceso que él observó y describió personalmente durante su larga estancia en los Estados Unidos. Ya en 1884 sentenciaba que “el monopolio está sentado, como un gigante implacable, a la puerta de todos los pobres”. Su concepción de una sociedad que debía caracterizarse por la riqueza distribuida chocaba frontalmente con la concentración de la riqueza en manos de los monopolios. El Héroe Nacional comprendió que el accionar monopolista no solo explotaba a los trabajadores, sino también a los pequeños propietarios privados. Mas aún, vislumbró su extensión internacional con la expoliación de otros pueblos y naciones del mundo. Especial atención dedicó al peligro que significaban los monopolios y el imperialismo norteamericano para la independencia económica y política de Latinoamérica y luchó contra ese peligro por diferentes vías. La mas trascendente era alcanzar la independencia de Cuba del colonialismo español impidiendo que el imperialismo del Norte se extendiera por las tierras de Nuestra América. Considero justo expresar que José Martí fue el antiimperialista latinoamericano que mejor y mas profundamente comprendió lo nefasto que sería el dominio de los monopolios sobre los pueblos de nuestra región. Junto a ello, no fue remiso en apoyar las relaciones económicas internacionales incluyendo el beneficio que podrían recibir los países con la inversión de capital extranjero. Al respecto utilizó la metáfora de un río que se lleva lo precioso al mar, pero deja en sus orillas sus arenas de oro.
Temas monetarios
Quizás donde mejor se expresa el pensamiento económico de Martí y su defensa de las naciones latinoamericanas ante la voracidad imperialista es en la Conferencia Monetaria Internacional de 1891, que sesionó en Washington del 7 de enero al 8 de abril de 1891. El cónclave había sido convocado por el gobierno yanqui con el objetivo de establecer su dominio económico y comercial sobre los países latinoamericanos. El propio Secretario de Estado de Estados Unidos, James G. Blaine, participó en la Conferencia. Martí, que asistió como delegado en su condición de Cónsul de Uruguay, desplegó una exitosa labor política y diplomática en la defensa de Latinoamérica e impedir la adopción de las propuestas yanquis. Entre los mecanismos que proponía Blaine para sojuzgar a las naciones al sur del Río Bravo se destacaba el establecimiento de una unión aduanera, así como la utilización de la plata como patrón monetario en sus relaciones financieras. Con la Unión Aduanera Panamericana, la administración norteamericana buscaba atar las economías del resto del continente a la suya y eliminar a Inglaterra que era su rival comercial. Martí se opuso a esta propuesta pues la entrada masiva de productos y capitales del país del Norte mas desarrollado arruinaría las industrias locales del Sur. Ante el escabroso tema de las monedas y su respaldo en metales preciosos, el representante del gobierno norteamericano aspiraba a lograr que se aprobara la plata como única base forzosa de la circulación monetaria en todo el continente americano, en contraposición del oro que utilizaba Inglaterra. Además, proponía convocar una Conferencia mundial para extender esta decisión al resto del planeta y establecer el bimetalismo (oro y plata) para debilitar la posición de Inglaterra y otros estados que solo utilizaban el patrón oro. De aprobarse la plata, Estados Unidos dominaría la circulación monetaria en nuestra región pues, entre otras razones, era un gran productor de ese metal. Coincidiendo en tiempo con la Conferencia, el Senado en Washington discutía la aprobación de una Ley que permitiría la libre acuñación de monedas de plata. El tema generaba un agudo debate. Los republicanos, que representaban a la oligarquía financiera, defendían el patrón oro y la desmonetización de la plata; mientras que los demócratas, que actuaban según los intereses de los agricultores, promovían la acuñación de grandes cantidades de plata para reducir el valor real de la moneda incrementando así el precio de sus productos. En la Conferencia, aunque Martí simpatizaba con el bimetalismo, su principal preocupación se concentraba en evitar que los países latinoamericanos cayeran bajo la férula de Estados Unidos mediante el uso preponderante de la plata en sus relaciones económicas y comerciales. Correspondió al Héroe Nacional presentar el Informe final de la Conferencia y leerlo el 30 de marzo en sus versiones en inglés y en español. El Informe rechazó la creación de una o varias monedas internacionales aduciendo, con un lenguaje diplomático, las diferentes opiniones al respecto entre grandes poderes comerciales representados en la Conferencia. En definitiva, ni el Senado norteamericano aprobó la libre acuñación de la plata, ni la Conferencia, el uso forzoso de la plata en las relaciones económicas y comerciales en el continente. Así, Estados Unidos no logró sus objetivos de sojuzgar a Latinoamérica mediante las relaciones comerciales y monetarias.
Economía cubana
Martí avanzó sus consideraciones sobre cómo quería que fuera la Cuba independiente una vez expulsado el colonialismo español de su territorio. Lo resumía con su concepto de una República Moral. Fueron mas escasos sus criterios sobre la economía del país. No obstante, abordó su opinión sobre el futuro cubano de la agricultura, la industria y el comercio exterior. En tiempos del Apóstol el latifundio no era dominante en la Cuba de entonces por lo que no se necesitaba una reforma agraria. El principal objetivo sería poner a producir las muchas tierras baldías. Para ello Martí recomendaba “abrirla a quien la emplee, y esquivarla de quien no la haya de usar”. También priorizaba rehacer la masa de ganado muy afectada por la guerra. De la industria, fijaba su atención en la azucarera y el tabaco. En cuanto al comercio exterior, a fines del siglo XIX Cuba mantenía un superávit en su balanza comercial con los Estados Unidos en detrimento de España. Martí alertaba de las afectaciones que le acarrearía a la nación isleña la guerra de aranceles entre ambos países. Para el futuro de la Cuba independiente, el Héroe Nacional proponía el libre comercio no solo con el vecino del Norte sino con todo el mundo “repleto de capitales desocupados y muchedumbres ociosas…que hallarían en la Isla la calma de la propiedad y un crucero amigo”. El auge del comercio exterior cubano lo veía Martí con la apertura del canal interoceánico que se proyectaba construir en Centroamérica y la ventajosa situación geográfica de la Isla. Se debe destacar que en el desarrollo económico proyectado para Cuba, el Maestro subrayaba la prioridad de atender los elementos sociales y satisfacer sus justas demandas.
A guisa de resumen, termino con una consideración del Dr. Carlos Rafael Rodríguez al decir que Martí:”… creía posible el equilibrio de las clases, la conciliación: una sociedad de riquezas distribuidas, de pequeños propietarios rurales, del desarrollo industrial basado en la riqueza agrícola, llena de justicia, que se librara de la injusticia del monopolio que él había visto en los Estados Unidos”.
Fuentes consultadas
– Almanza Alonso, Rafael: “En torno al pensamiento económico de José Martí”, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1989.
– Colección de Estudios Martianos: “Siete enfoques marxistas sobre José Martí”, Editora Política, La Habana, 1978.
– Chailloux Lafitta, Graciela: “Estrategia y pensamiento económico de José Martí frente al imperialismo norteamericano”, Centro de Estudios sobre Estados Unidos, Universidad de La Habana, 1989.
– Martí Pérez, José: “Obras Completas”, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2ª. Edición, 1975.
– Morales Pérez, Salvador: “Ideología y luchas revolucionarias de José Martí”, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1984.
– Soberón Valdés, Francisco: “Historia del Dinero”, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2019.
Fidel Vascós González. La Habana, 1939. Dr. en Ciencias Económicas, Profesor Titular, Miembro de Número y Miembro de Mérito de la SEAP.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Tomado de: Rebelión
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