Por: Armando Hart Dávalos
24 mayo 2023
Los hombres y mujeres que se convierten en mitos y leyendas de una nación expresan realidades que es necesario articularlas para construir en la conciencia humana la historia real de los pueblos. Debemos honrar a José María Heredia porque es uno de esos grandes mitos y símbolos de la cultura y de la historia nacional cubanas, quien llegó a ser uno de los más grandes escritores de la literatura iberoamericana.
Recordemos que algunos de sus poemas figuran entre los mejores de la lengua castellana. Pero ¿cómo pudo llegar a ser tan grande un hombre que venía de esta pequeña isla del Caribe americano que en su tiempo estaba sometida a la férrea esclavitud y al coloniaje, una nación que no figuraba entonces entre los territorios considerados como cultos y civilizados del planeta?
Heredia logró llegar a esa alta escala de valor porque articuló su arte de excepcional valía con su amor a la patria y su denuncia al sistema social y político que esta sufría. No habría alcanzado tan altas cumbres si no se hubiera dado en él ese acople maravilloso de que nos habló Martí, cuando en líneas memorables postuló: “Verso, o nos condenan juntos / O nos salvamos los dos!”.[1]
Y fue precisamente Martí, en su memorable discurso en honor de Heredia, quien lo calificara de primer poeta de América, para añadir seguidamente: “Solo él ha puesto en sus versos la sublimidad, pompa y fuego de su naturaleza. Él es volcánico como sus entrañas, y sereno como sus alturas”.[2] Por eso pasó a ser uno de los símbolos de la historia cubana, cargada de proezas e ideas y se convirtió en un gran poeta de Cuba y Latinoamérica, porque logró realizar a la perfección, con talento y profesionalismo, ese difícil enlace entre poesía y política, para lograr expresar así las aspiraciones de la incipiente nacionalidad cubana.
Es por ello que el Apóstol cubano afirmó conmovido sobre él: “En la historia profunda sumergió el pensamiento: estudió maravillado los esqueletos colosales; aterido junto a su chimenea, meditaba en los tiempos, que brillan y se apagan; agigantó en la soledad de su mente sublime; y cuando, como quien se halla a sí propio, vio despeñarse a sus pies, rotas en luz, las edades de agua, el Niágara portentoso le reveló, sumiso, su misterio y el poeta adolescente de un pueblo desdeñado halló, de un vuelo, el sentido de la naturaleza que en siglos de contemplación no habían sabido entender con tanta majestad sus propios habitantes.”[3]
Este maravilloso poeta tomó partido de manera radical, desde su temprana juventud, a favor de la independencia de Cuba y contra la esclavitud, a la que nombró en sus versos como “el horror del mundo moral”. Su rima marcó para siempre el alma de Cuba, si Varela fue el que nos enseñó a pensar primero, Heredia estableció en su verso comprometido la inevitabilidad de la independencia de la Isla porque, como afirmó: “No en vano entre Cuba y España tiende inmenso sus olas el mar”. Enriqueció con su poesía el pensamiento y el amor a Cuba y se convirtió así en uno de los forjadores de la cultura nacional, en cuya cúspide más alta se encuentra José Martí.
José María Heredia. Ilustración: Aldo Cruces/ Dominio Cuba
Luego de que el poeta figurara entre los sospechosos de la conspiración de Soles y Rayos de Bolívar, tuvo que partir al exilio. En ese sentido hay que recordar que la causa de la independencia de los pueblos de la América hispana lo apasionó totalmente; le llegó a cantar al Libertador de América en encendidos versos: “¡Bolívar inmortal! ¿Qué voz humana / Enumerar y celebrar podría / Tus victorias sin fin, tu eterno aliento?”.
Pero este bardo inmenso, que pasó la mayor parte de su exilio en tierras mexicanas, fue también un hombre de la práctica. Allí fue maestro y se convirtió en uno de los fundadores de la Universidad de Toluca, fue jurista y participó en la vida política de ese país a favor de lo que consideraba mejor para los intereses del pueblo mexicano.
Hágase una selección rigurosa de su poesía y se encontrarán allí no solo la inmensa belleza del verso, sino también la aspiración a lo universal. Con su verso sublime supo penetrar en las esencias de los más diversos temas del hombre, de la naturaleza, del universo. Estúdiese la poesía de Heredia y se encontrará en esos versos la síntesis del mejor pensamiento filosófico cubano; en su obra está pues el enlace del amor entre poesía y patria, poesía y justicia, poesía y realidad, entre ciencia y conciencia, todo lo que resulta indispensable promover en estos tiempos para servir a la humanidad.
Y cuando hacemos este balance sobre la obra de Heredia, no podemos olvidar sus escritos de carácter político, entre los que podemos encontrar el antecedente más remoto de las tesis martianas sobre el equilibrio del mundo. El presidente norteamericano John Quincy Adams había afirmado que Cuba no podía ser una isla independiente, porque en tal caso una potencia europea se apoderaría de nuestro país, a lo que Heredia respondió con firmeza: ¿Ignora Adams que ninguna potencia europea podrá apoderarse de Cuba sin que se envuelva en sangre y fuego la mitad del mundo civilizado? ¿No sabe que Cuba, una vez despertada del letargo colonial, pesa mucho en la balanza política para que agregándose a cualquier potencia no trastorne el equilibrio y turbe la armonía del mundo? ¿Y no sabe que Cuba en manos de España es el punto de apoyo en que han de afianzar los reyes de España su palanca liberticida? ¿Cómo se desentiende de un peligro inminente por huir de uno quimérico, o lejano cuando más? ¡Hijo de John Adams, la causa de América estará comprometida, mientras Cuba no sea libre, a pesar de tu política temerosa![4]
Estas ideas de Heredia encierran una impresionante vigencia y una advertencia muy seria para los tiempos actuales. Y es que con el genio de Fidel, sobre el fundamento de los mismos sentimientos que el poeta sembró en Mendive y en Martí, y con la acción de todos los que lucharon por Cuba en estos doscientos años, nuestro pueblo practica una política de defensa inclaudicable de su soberanía e independencia. Cuba, situada en el crucero del mundo, tiene una misión trascendente que cumplir, porque en Cuba se unió el amor a la razón, la poesía a la ciencia y todo ello está en el sustrato de los versos universales de José María Heredia.
Notas
[1] José Martí. Obras completas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1992, t. 16, p. 126.
[2] Ídem, t. 5, p. 136.
[3] Ídem, p. 169.
[4] José María Heredia. Prosas, p. 127.
Tomado de Cuba Debate
No hay comentarios:
Publicar un comentario