por José Antonio Évora
Artburst Miami
24 de julio de 2023 11:13 AM
En una prueba de vestuario, de derecha a izquierda, parte del elenco de “Hierro”: Caleb Casas, Rachel Pastor, Claudia Valdés, Carlos Acosta Milián y Joel Lara. Foto Alexa Kuve/Cortesía Arca Images
La idea de un José Martí vulnerable, atormentado, eje de una infidelidad matrimonial y sumido en contradicciones, es ajena a la imagen del héroe que los cubanos aprendieron desde la infancia en la escuela y luego en la vida, dentro y fuera de Cuba. Por eso el dramaturgo y director teatral Carlos Celdrán sabía que iba a ser difícil humanizarlo y meterlo en el cuerpo de un actor.
“El martianismo le ha hecho mucho daño a Martí, porque nos ha matado una aproximación personal al hombre, a su palabra, a sus ideas, y de hecho ha producido en los cubanos un rechazo”, declara Celdrán. “Pese a la adoración que se le tiene, hay un desconocimiento de lo que fue; por eso creo que todo cubano debe hacer el viaje inverso: debe ‘desmartianizarse’ para encontrar su Martí”.
Afiche promocional de la obra. Cortesía/Arca Images
Celdrán aceptó el desafío y el resultado es su obra “Hierro”, que Arca Images estrena en Estados Unidos. Las funciones serán en español con traducción simultánea al inglés.
“Escribí ‘Hierro’ sobre la vida personal, íntima, menos conocida de José Martí”, dice el autor en entrevista con Artburst Miami. La obra -resultado de una larga investigación llevada a cabo por el autor- aborda la relación de Martí con su esposa, Carmen Zayas Bazán; con su amiga íntima, Carmen Miyares, y con un guardaespaldas, Valentín, que trató de envenenarlo y a quien perdonó después.
“Pude investigar su relación con Carmita Miyares, que fue, digamos, su verdadera mujer, con la que tuvo una relación más a fondo, más sostenida, y todos los secretos de novela íntima que hay alrededor de esa infidelidad posible”, explica Celdrán, “y lo que Jorge Mañach cuenta en su gran biografía ‘Martí el Apóstol’ sobre este guardaespaldas que trató de envenenarlo, y de la conversación de dos horas que tuvieron sin que nadie sepa qué hablaron y de donde el muchacho salió llorando”.
En pleno ensayo, (de derecha a izquierda) Joel Lara, Rachel Pastor, Caleb Casas, Carlos Acosta Milián y Ariel Texidó, y (sentado) el autor y director del montaje, Carlos Celdrán. Foto Gilberto Reyes/Cortesía Arca Images
Celdrán recuerda que poco antes de morir en California, la propia María Mantilla se cambió el apellido y se puso María Martí; que, en una carta escrita el 9 de febrero de 1935 a su hijo, el actor César Romero, le confiesa que ella es hija de Martí y le pide que se sienta orgulloso de eso; que cuando Fulgencio Batista la invitó a La Habana en 1953, la viuda del hijo de Martí, María Teresa ‘Teté’ Bances, la vio personalmente y luego aseguró haber reconocido en ella a alguien que tenía los mismos gestos de su difunto esposo, y que en su “Diario de un soldado”, Fermín Valdés Domínguez confirma los amores de Martí con Carmen Miyares.
“Yo no quería trabajar en lo que todos ya sabemos, porque iba a caer en lo mismo de siempre, la solemnidad, la manipulación del mito como una figura avasalladora”, subraya el autor.
Y no es que en “Hierro” haya escenas de infidelidad martiana. Celdrán opta por el subtexto, “silencios, pausas, insinuaciones… porque si lo digo me censuran; los historiadores van a venir: ‘No, eso es falso, dónde está la prueba, Martí no pudo haber hecho eso. Son mojigaterías que en vez de hacerle un favor a Martí le hacen daño, a él y a nosotros”.
Lo más importante era alcanzar una idea dramática de Martí, manifiesta Celdrán, porque a un hombre así, con un culto tan grande a su alrededor, es muy difícil presentarlo como un personaje posible. El gran propósito de la escritura y el montaje de “Hierro” fue devolverlo libre de toda manipulación y de todo endiosamiento, insiste. A personas como Martí les van lavando las biografías, agrega, y a la larga van quedando como figuras emblemáticas para justificar algo. El reto era cómo representarlo.
El equipo completo de “Hierro”: en primera fila, de izquierda a derecha, la productora Alexa Kuve, las actrices Rachel Pastor y Claudia Valdés y, entre ellas, el actor Joel Lara. Detrás, de derecha a izquierda, el actor Gilberto Reyes, el autor y director de “Hierro”, Carlos Celdrán, y los actores Daniel Romero, Ariel Texidó, Caleb Casas y Carlos Acosta Milián. Foto Alfredo Armas/Cortesía Arca Images
En “Hierro” no hay una sola frase sacada de la obra de José Martí, advierte. “Si introduzco su palabra, ya lo domina todo, y ahí volveríamos al punto que conocemos; en eso me guió la intuición”, recuerda Celdrán.
UN EJERCICIO MUY SIMPLE
“Yo hice un ejercicio muy simple: volver a leerlo como si me hablara, y ahí empecé a creer fervientemente que ese era él, que ahí estaban su alma y su verdadera personalidad detrás de la otra, la del hombre equilibrado que tiene control de sus impulsos y de sus pasiones, lo que le permitía convencer a personas de opiniones políticas e ideológicas tan distintas, en continuas discrepancias, igual o quizás más que ahora, sobre qué hacer con el problema Cuba”.
El autor y director de “Hierro”, Carlos Celdrán, da instrucciones durante un ensayo a la actriz Claudia Valdés. Foto Manolo Garriga/Cortesía Arca Images
Martí logró unir a los cubanos, dice Celdrán, con un personaje que él mismo se construyó de maestro estoico, ecuánime y bondadoso, y a través de la voluntad y del carácter logró contener el odio y la ira que le podían provocar las calumnias y las infamias de que era víctima. Pero en su vida personal tenía cosas muy irresueltas. “Ahí es donde viene el poeta, y por el poeta llegué a él: el poeta que se confiesa, que habla de su vida íntima, de su desesperación y a la vez de las cosas bellas”, explica. “Por ahí empecé a entender que Martí podía ser dramático, podía ser un personaje, que es lo más difícil. No se ha hecho una gran película ni una gran serie sobre Martí; todas son un fracaso porque van al esquema general del héroe, y temen presentarlo como un hombre atormentado, lleno de contradicciones, pero el teatro es eso, las contradicciones”.
La historiografía oficial de Martí es muy rígida y no admite que ciertas cosas pudieron haber ocurrido, observa el autor, “eliminan cualquier ambigüedad, porque Martí no pudo haber hecho esto o lo otro, no pudo tener ningún desliz ético, no pudo haber mentido”. Por eso, precisa, tuvo que ser muy cuidadoso en cada fecha y en cada presentación de los hechos elegidos para la obra.
De izquierda a derecha, los actores Ariel Texidó, Caleb Casas y Joel Lara en otro momento del ensayo. Foto Gilberto Reyes/Cortesía Arca Images
Todo ocurre en pisos de alquiler en Nueva York donde no aparecen la escala política ni los escenarios sociales sino la vida íntima: habitaciones cerradas de hostales, la casa de los Mantilla, donde estaba enfermo. “Porque era un hombre lleno de enfermedades que iban a acabar con su vida”, explica: “Martí tenía una enfermedad degenerativa que había contraído en su juventud por la prisión”. Celdrán asegura que el libro “Las enfermedades de Martí”, del Dr. Ricardo Hodelín Tablada, fue clave para su investigación.
“Si quiero que un actor lo encarne, me dije, tengo que entender el cuerpo de ese hombre”, continúa diciendo. “Hay muchos testimonios de que, pese al ahogo permanente de que padecía, de la paulatina pérdida de la visión; de las fiebres y los delirios que lo hacían caer en cama durante días, era un hombre ágil que caminaba y que apenas dormía, porque era insomne y se pasaba la noche escribiendo, y con esas cosas me dije: aquí tengo un personaje”.
Al desacralizar la figura marmórea, terminas recolocándolo en una posición muy alta, comenta Celdrán. “Porque cuando ves a un hombre con esos sufrimientos, con esos delirios, con esas fiebres, que a la vez llegó a construir todo lo que construyó, te preguntas cómo en 42 años de vida pudo hacer todo lo que hizo”. Dibujo de promoción de “Hierro”, obra de Omar Batista.
Dibujo de promoción de “Hierro”, obra de Omar Batista. Cortesía/Arca Images
Además de invocar el poema homónimo de “Versos Libres” (“Ganado tengo el pan, hágase el verso…”), el título de “Hierro” se refiere a otra cosa.
“El usó hasta su muerte un anillo de hierro, sacado de los grilletes que le pusieron en las canteras de San Lázaro”, cuenta Celdrán. “Cuando se los quitaron en Isla de Pinos se los llevó y lo acompañaron como un fetiche toda su vida; son los que están en su casa natal en La Habana, y de ese grillete la madre mandó hacer un anillo de hierro que decía por dentro ‘Cuba’. Martí lo usó el resto de su vida, y lo tenía en la manigua, pero nadie sabe qué pasó con él”.
Para Celdrán ahí está la metáfora fundamental del título: Cuba es un anillo de hierro. “Y el hierro es también la dureza, sobreponerse a todo”, agrega.
Esta será la segunda vez que la obra sube a escena, y aquí en Miami trabajan algunos de los actores que la estrenaron en La Habana antes de la pandemia. También hubo una lectura de la obra en la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) en Madrid.
“Hierro”, Miami Dade County Auditorium, 2901 West Flagler St., Miami, del 27 de julio al 6 de agosto. Jueves, viernes y sábados a las 8:30 p.m.; domingos a las 5:00 p.m. Funciones en español con traducción simultánea al inglés. Boletos en www.arcaimages.org y en la taquilla del teatro el día de la función.
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Tomado de: El Nuevo Herald
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