Abel Rosales Ginarte
21 de enero de 2021
La comprensión y la defensa de la identidad latinoamericana y de la soberanía de nuestros pueblos surgen como una espada poderosa en el ensayo Nuestra América de José Martí, el apóstol por la independencia de Cuba.
Se publicó por primera vez en enero de 1891 en la Revista Ilustrada de Nueva York, una publicación mensual en español editada en esa ciudad por el panameño Elías de Losada Pisé.
“En afectuosa carta a Losada de 17 de noviembre de 1890, Martí le aceptó su encargo de escribir unas cuartillas para el número de enero. Así, en pocas semanas, y en medio de sus múltiples y variadas obligaciones, escribió y entregó su extenso ensayo, considerado una de sus obras fundamentales por contribuir decisivamente a la comprensión y defensa de la identidad latinoamericana y de la soberanía de nuestros pueblos”.
Así escribió en la Revista Cuba Internacional el reconocido historiador cubano, Pedro Pablo Rodríguez, doctor en Ciencias Históricas, investigador y profesor titular, uno de los más profundos conocedores de la obra martiana en Cuba.
Martí escribe con pluma ágil y visionaria: “No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados. Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos”.
En pleno Siglo XXI su voz resuena como un mazo enorme que estremece los sentidos. Su ensayo indica un camino de virtudes que debe de guiar a la tierra que supo amar con apasionada entrega en los tiempos actuales.
Dialoga el maestro más allá de los siglos y las palabras. Su verbo ilumina a los pueblos del mundo. “El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser el del país. La forma del gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país”.
Evoca con fuerza la necesidad de conectarse con las raíces y la identidad de las naciones americanas. Tocar con el corazón ese influjo natural que nos distingue sin importar el sitio donde hemos decidido vivir.
“Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas”.
Llama a la reflexión del espíritu, de la raza y de la esencia americana. Busca en la perpetuidad de la literatura un sendero que ha de guiar a los pueblos de la América toda. Escala con suavidad por esa montaña invisible del conocimiento.
“Ni el libro europeo, ni el libro yanqui, daban la clave del enigma hispanoamericano. Se probó el odio, y los países venían cada año a menos. Cansados del odio inútil, de la resistencia del libro contra la lanza, de la razón contra el cirial, de la ciudad contra el campo, del imperio imposible de las castas urbanas divididas sobre la nación natural, tempestuosa o inerte, se empieza, como sin saberlo, a probar el amor. Se ponen en pie los pueblos, y se saludan. ¿Cómo somos? se preguntan; y unos a otros se van diciendo cómo son”.
Tal parece que el ensayo Nuestra América vio la luz este enero difícil de 2021 que nos ha tocado vivir.
Martí escribe sin tiempo ni espacio. Sus reflexiones abrazan el mundo con plenitud de genio creador. Toca la fibra honda de cada generación y despierta las virtudes de todos.
“Crear es la palabra de pase de esta generación. El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino!”.
Cuando parece que hemos escuchado todas reflexiones José Martí toca uno de los temas más sensibles que envuelve a la humanidad: la raza. ¿Existen razas o solo somos hombres de carne y hueso llenos de esa apasionante magia de culturas y tradiciones?.
La visión martiana engloba un sentimiento que puede salvar a la humanidad de tanto sufrimiento innecesario: “El alma emana, igual y eterna, de los cuerpos diversos en forma y en color. Peca contra la humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas”.
El más universal de los cubanos convoca a pensar y servir.
Unidad continental y conciencia se unen en apretado abrazo.
El ensayo Nuestra América sigue siendo esa voz llena de razón que evoca futuro.
Toca aprender de ese músculo universal que Martí sabe manejar más allá del tiempo y el espacio.
imop/
Tomado de: Radio Ciudad de La Habana
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