Por Hilda Pupo Salazar
Enero 23, 2022
La Sociedad Cultural José Martí y la Red Internacional de solidaridad con el pensamiento martiano convocaron a una Jornada Nacional e Internacional por el aniversario 170 del natalicio del Apóstol, desde este 28 de enero hasta el del 2023, como espacio de intercambio, plural y multidisciplinario de su pensamiento y obra.
Hay toda una intención de compartir con el mundo la idea del bien martiano, como legado del más universal de todos los cubanos. Del 24 al 28 de enero de 2023, se realizará, en el Palacio de Convenciones de La Habana, la V Conferencia Internacional “Por El Equilibrio del Mundo”, un evento que sobresale por el pensamiento plural y multidisciplinario emanado de cada uno de sus debates.
Ante este trascendental acontecimiento debe hacerse énfasis en la batalla de ideas, que hoy eleva su trascendencia, de ahí la afirmación de Díaz-Canel, en el Octavo Congreso del Partido: “ La Generación del Centenario del Apóstol, guiada por Fidel y Raúl a lo largo de más de seis intensas décadas, puede declarar hoy, con dignidad y orgullo, que la Revolución Socialista, que hicieron a solo 90 millas del poderoso imperio, está viva, actuante y firme, en medio del vendaval que estremece a un mundo más desigual e injusto, después del derrumbe del sistema socialista mundial”.
Martí, como ejemplo, defiende que todo acto de influir en la opinión pública es cuestión de perseverancia. Llámese así o armas para la batalla, como las mejores maneras para la confrontación ideológica fueron sus lecciones desde el Siglo XIX.
Uno de los méritos del Apóstol fue lograr la unidad de los viejos combatientes de la contienda de 1868 con los “pinos nuevos” para la del 1895 y, para eso, necesita de una labor paciente durante décadas.
“… Las ideas, aunque sean buenas, no se imponen ni por la fuerza de las armas, ni por la fuerza del genio. Hay que esperar que hayan penetrado en las muchedumbres” expresa en la década del 80, en unos apuntes sobre Centroamérica.
A Martí le cupo la virtud de convencer sobre la necesidad de una nueva guerra en Cuba, después de las crecientes desmotivaciones nacidas en diez largos años de lucha y, para persuadir que el independentismo era la única alternativa posible para lograr la verdadera libertad, desnuda al autonomismo, reformismo y anexionismo…”.
Tal como lo predijo Antonio Gramsci, marxista italiano, en los años 30 del siglo XX y varias veces reitera Fidel: “las nuevas guerras se ganarían en el campo intelectual, en la cultura y las ideas”.
La confrontación ideológica está enconada como nunca y la Revolución cubana, hoy, señalado blanco de los ataques, tiene en el apego de la verdad, como su mejor fuerza dentro de ese combate de pensamientos.
No es fácil la defensa, cuando en la lid imperan las mentiras, burdas patrañas, ataques sucios, sin ética y con todo un enorme poder mediático, además de míseros vendepatrias por la migaja del amo.
Como nunca la inteligencia y la habilidad se imponen, para decir, como Martí: “…las ideas justas, por sobre todo obstáculo y valla, llegan al logro. Los hombres mismos que la sacan de sus cerebros… no pueden pagar sus llamas que vuelan como alas y abrasan, incineran a quien quiere detenerlas”.
El último cumpleaños de José Martí, sus 42 años, el 28 de enero de 1895, poco antes de partir hacia Cuba, para incorporarse a su denominada su Guerra Necesaria, lo mantuvieron en vilo por el fracaso del Plan de la Fernandina.
Ese día 28, el doctor Ramón Luis Miranda, Gonzalo de Quesada y Aróstegui, Gustavo Govín y Luis Rodolfo Miranda le ofrecieron a Martí una comida en el restaurante Delmonico 's, de Nueva York. Según Luis Rodolfo Miranda, uno de los participantes, la comida fue en el reservado de uno de los mejores restaurantes de Nueva York. El ambiente no era alegre, como se supone que ocurre cuando se reúnen personas a celebrar, había algo de presagio por la tragedia futura.
El propio Miranda expresa que particularmente él se sentía alegre porque partiría pronto a Cuba a pelear por la independencia, pero la preocupación de todos los jefes cubanos radicaba en que temían por la vida de Martí, alma del movimiento y, sin él, ¿cómo llevarlo a efecto?
En el libro, Los natales de Martí, su autor, Gonzalo de Quesada y Miranda, apunta: Es decir, con Martí estaba asegurada la independencia; sin Martí pasaría el tiempo, continuarán las querellas entre nosotros, y Dios sabe si hubiéramos sido absorbidos por los imperialistas de Norteamérica.
Cuentan que la comida termina, si no con alegría, dejándoles complacidos a los presentes: Martí jaraneaba y conversaba entusiasmado con el éxito de sus proyectos. A todos les parecía que de ese ser tan admirable brotaba una estrella radiante de luz para Cuba.
El 29 de enero, Martí, Collazo y José María Rodríguez firmaban la Orden de Alzamiento y la enviaban a Juan Gualberto Gómez, representante del Partido Revolucionario Cubano Cuba.
¡Así era Martí, ni siquiera el día de su cumpleaños dejaba de luchar, pensar y soñar por la libertad de su Patria!
Hilda Pupo Salazar
Periodista especializada en temas de educación y valores. Autora de las columnas Página 8 y Trincheras de ideas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario