Por Agencia Cubana de Noticias (ACN)
22 enero 2022
MARTHA GÓMEZ FERRALS
FOTO: ARCHIVO
A 142 años del acontecimiento, todavía resulta inolvidable el discurso pronunciado por el joven y recién llegado José Martí, solo a punto de cumplir 27 años, la noche del 24 de enero de 1880 en la sala de conferencias Steck Hall, de Nueva York, ante una enardecida colonia de emigrantes revolucionarios cubanos.
Martí había arribado a esa ciudad pocos días atrás, el tres de enero, en el buque-correo Francia y el nueve de ese mismo mes ya era elegido vocal, por voto unánime y a propuesta de Calixto García, del Comité Revolucionario Cubano, que organizaba el mayor apoyo posible desde la emigración a la llamada Guerra Chiquita que transcurría en la isla.
Poco debían saber sus compatriotas residentes en Estados Unidos de la estatura patriótica de ese cubano que había ejercido brillantemente el periodismo, las letras e incluso la enseñanza, en naciones latinoamericanas como México y Guatemala, en las que había residido.
Los más informados sí podrían conocer que siendo un adolescente había sido encarcelado en Cuba por su actividad patriótica y política, y luego deportado a España, donde estudió en las Universidades de Madrid y Zaragoza, y había publicado la denuncia El presidio político en Cuba.
La noche del 24 de enero en la referida sede dio la suerte de carta de presentación o prueba de fuego para el recién llegado. Su discurso analítico, impresionó primero al evocar la hazaña histórica y heroica de la Guerra de los 10 años, exponiendo palabras ardientes y convocantes. Fue recibido con una larga ovación de los presentes, con varios gritos de ¡Viva!.
Testigos de ese tiempo hicieron constar cierto decaimiento de los ánimos entre la comunidad cubana residente en el país norteño, por lo cual José Martí se propuso y lo confesó en sus palabras, exaltar, animar, hacer comprender que era el momento de seguir luchando sin cansancio, lamentos y fatigas, porque el precio de la libertad era muy alto y debía ser pagado con sangre y no con lágrimas.
El mismo llamó al texto enunciado: Lectura en Steck Hall, por cierto un discurso extenso que cubrió más tarde un folleto de unas 20 páginas publicadas al mes siguiente con el nombre de Asuntos de Cubanos, y cuya venta engrosó los fondos de la causa de los emigrados.
Unas palabras tan profundas como las suyas, escritas con su singular estilo periódico dentro de un largo formato, no hicieron mella en la atención del auditorio que fue creciente hasta el final.
Aparte de los conceptos políticos y hasta filosóficos, Martí había hecho énfasis en la emotividad, convencido de la necesidad de llegar al corazón de todos los presentes, en aras de trabajar por la unión de aquellos que se sentían patriotas, sin importar la clase social a que pertenecían.
Y allí aparecieron algunas claves que ese joven político desarrollaría con el paso de los años, en su evolución como dirigente. Estaba pues la simiente del gran ideólogo que 12 años después creara el Partido Revolucionario Cubano, el periódico Patria y trabajara denodadamente preparando la última contienda libertaria.
Uno de los puntos más brillantes de Lectura…, fue el tema de la guerra iniciada en 1868 y concluida en 1878, terminada en el bochornoso Pacto del Zanjón, sin independencia y sin el cese de la esclavitud.
Instó a ver los errores de esa campaña como lecciones de una etapa honda y dolorosa que les abriría los ojos al dar el salto necesario en la lucha por la definitiva emancipación, que no debía detenerse ni postergarse.
Muy sensitivo resulto su reconocimiento de la heroicidad de esa campaña, donde hubo entrega, dignidad y decoro de los participantes, incluidos sus familiares, verdaderamente encomiables.
Sin embargo, Martí insistía en el presente, que debía ser combativo y en el futuro. Habló de la revolución, la cual dijo no debía aupar la cólera, sino la reflexión, y como tal debía guiarse por un programa de lucha y de basamentos políticos e ideológicos.
Ahondando en el tema de la revolución afirmó las potencialidades del pueblo, el cual debía ser involucrado plenamente en la obtención de una patria libre, algo que solían ignorar los déspotas.
De acuerdo con estudiosos, la repercusión de ese primer discurso fue esencial para que poco después Martí fuera elegido, el 16 de marzo de ese año, como presidente interino del Comité Revolucionario Cubano.
No se puede dejar de citar sus célebres palabras, convertidas en convicción en aquel momento cuando dijo: “¡Antes que cejar en el empeño de hacer libre y próspera a la patria, se uniría el mar del Sur al mar del Norte, y nacería una serpiente de un huevo de águila!”.
El poeta, narrador, ensayista y crítico cubano Cintio Vitier escribió sobre el discurso: “La búsqueda de la forma, de la coherencia, del sentido, es lo que centralmente aporta Martí a la oscura inquietud de las fuerzas que se mueven en Cuba y en la emigración. Por eso este discurso no es solo una prédica exaltada, sino también –y de aquí su carácter híbrido– una primera configuración política, y aún filosófica, del hecho revolucionario cubano (…)
“Por eso, junto al reiterado ataque a la «urbana y financiera manera de pensar» de los autonomistas, junto a la exaltación de las energías radicales y puras del país, llega enseguida el reclamo de la unidad…” ()
Tomado de: Radio Bayamo
No hay comentarios:
Publicar un comentario