Pedro Pablo Rodríguez
1 enero, 2023
En términos cronológicos, el mundo martiano correspondió a la segunda mitad del siglo XIX
La Habana, Cuba. – En términos cronológicos, el mundo martiano correspondió a la segunda mitad del siglo XIX.
Fue aquella una época de afianzamiento del capitalismo como sistema sustentado en los procesos de industrialización, en la creciente expansión internacional de los mercados, y en sus años finales, en la formación de los primeros monopolios que caracterizaban el poderío de las grandes potencias, las que se repartían velozmente los continentes.
Los conocimientos se ampliaron mediante el desarrollo de las ciencias y las nuevas tecnologías concentradas en el occidente europeo y en Estados Unidos.
Grandes masas de campesinos perdían sus tierras; millones de obreros asalariados vivían apretujados en las grandes ciudades y aprendían a luchar por sus derechos.
Todo cambiaba velozmente y se llamó moderno a todo lo nuevo que aparecía mientras. ¿Cómo entendió José Martí aquella transición?.
Martí ante la modernidad
La corta y agitada vida del Maestro fue de un constante aprendizaje crítico ante su época de cambios. Su inquietud intelectual se movió por los más diversos campos.
Examinó el pasado, hurgó a fondo en su presente, previó el futuro, animado siempre por la fuerza del amor, sustentado en una ética de servicio humano y de trabajar para el bien de las grandes mayorías.
Enamorado y exponente él mismo de la creación en las artes y las letras, a las que consideró formas supremas del espíritu, no vaciló en afirmar: Todo al fuego, hasta el arte, con tal de alcanzar la justicia. El bien, la justicia, el sacrificio personal y el servicio a esos principios conformaron la solidez de los valores que presidieron su conducta.
No ambicionó la perfección, tuvo plena conciencia de lo contradictorio y complejo de la naturaleza humana, de su grandeza y sus caídas, y animó siempre a su crecimiento.
Universal a 170 años de su natalicio
Fue corta y agitada su vida, SÍ, pero plena, y aunque sufrió mucho, ha de creerse que Martí fue feliz, porque siempre se puso del lado del deber; porque echó su suerte con los pobres de la tierra.
Luchó y murió por Cuba, libre del colonialismo, en defensa de los intereses de su América, la nuestra. Previó el futuro de la patria y la región, por lo que pensó y trabajó para sus mayorías, dejadas a un lado, y para evitar el peligro mayor, el de la expansión estadounidense hacia el sur.
Se entregó al que llamó el hombre natural, que eran el indio, el negro, el campesino. Sintió orgullo por su tierra y su América, cantó sus valores, defendió su identidad y sus intereses, supo unir para el bien, sin dejar espacio a egoísmos y ambiciones.
Fue el líder, guía, el Maestro, el Apóstol; lo ha seguido siendo y cada vez más así se le reconoce por el mundo.
Tomado de: Radio Reloj
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