martes, 18 de mayo de 2021

Martí alma del levantamiento

Marilys Suárez Moreno
16 mayo, 2021

Aquel 18 de mayo de 1895 José Martí estaba consciente de que solo la revolución que había comenzado alanzaría el fin independentista por el que tanto había batallado.

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Foto: Tomada de internet.

Aquel 18 de mayo de 1895 José Martí estaba consciente de que solo la revolución que había comenzado alanzaría el fin independentista por el que tanto había batallado.

Como diría Armando Hart: “Con su gesto y con su guerra necesaria, cuya victoria hubo de ser mutilada y escamoteada, dejó para el futuro, es decir, para nosotros, un ejemplo imperecedero que el Imperio no pudo sacar jamás del corazón de los cubanos”.

Por eso, aquel domingo 19 de mayo de la caída del Apóstol en Dos Ríos, Máximo Gómez, que había llegado a quererlo entrañablemente, expresó: “¡Qué guerra esta! Pensaba yo por la noche, que al lado de un instante de ligero placer, aparece otro de amarguísimo dolor.

Ya nos falta el mejor de los compañeros y el alma, podemos decir, del levantamiento!”

A caballo, peleando por Cuba

Con la muerte del Maestro se perdía al ideólogo más radical del siglo XIX en Latinoamérica y al estratega fundamental de la Revolución en Cuba. Tocaría a Gómez y Maceo crecerse ante tan terrible realidad.

Y así lo hicieron. Maceo quedaría en la provincia para desarrollar la Campaña de Oriente, efectuada hasta octubre de ese año, y Gómez llegó a Camagüey y empezó a foguear tropas bisoñas mediante su Campaña Circular en torno a la capital provincial.

Con su muerte, Martí ratificó con las armas en la mano la disposición de luchar por la independencia de Cuba.

Tal como había anticipado en su discurso del 26 de noviembre de 1891 ante los tabaqueros de Tampa, al hablar de lo hermoso que sería “morir a caballo, peleando por el país, al pie de una palma”.

A la distancia de la memoria

La obra a la que Martí dedicó los años más fecundos de su vida estaba en marcha. Como había dicho a su entrañable amigo Manuel Mercado: “Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber”.

Aquel 19 de mayo, sabedor de que las tropas españolas andaban cerca, se incorporó presto a la acción, no buscando la muerte, sino para cumplir con su propio deber, aunque ello implicara el riesgo de morir.

Minutos después tres balas lo derribaban de su cabalgadura. Ético, justo y noble, Martí aunó en un lenguaje de elevadísima hondura, pensamientos que son lecciones de sabiduría. Ese fue el sentido de su vida.

Una vida a la que nos acercamos con el corazón apretado en cada aniversario de su muerte, cuando su imagen y recuerdo nos acompañan a la distancia de la memoria.

Tomado de: Radio Reloj

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