viernes, 26 de enero de 2007

José Martí y la música.

26.01.2007

Grisel Chirino

La vinculación a la música constituye tal vez una de las facetas menos conocidas dentro de la vida y obra del más universal de los cubanos. Martí no se dedicó a la creación musical, pero estudió brevemente la teoría y ejerció la crítica musical en muchos artículos periodísticos que escribió a lo largo de su intensa existencia.

Durante su adolescencia en La Habana, José Martí formó parte del público que colmó los teatros habaneros para disfrutar y mantenerse al tanto de las corrientes musicales y teatrales de la época.

Su interés por la música y el arte en general, lo acompañó también durante su extenso exilio por Madrid, París, México y los Estados Unidos. En todos estos países y ciudades tuvo la oportunidad de escuchar a extraordinarios solistas y comentarlos en ricas crónicas.

La crítica musical martiana, como toda su obra literaria, también estuvo permeada por su amor a la lucha en favor de la independencia de nuestra América.

Martí, como todo artista y creador, en su etapa de juventud experimentó en varias disciplinas del arte: la pintura, la literatura y también la música. Tenía solo quince años de edad cuando se consagró durante un tiempo al estudio de la teoría musical. El autor de este notable descubrimiento fue el gran escritor y musicólogo cubano Alejo Carpentier.

Carpentier realizó el importante hallazgo en la Biblioteca Nacional, mientras revisaba textos didácticos de autores del siglo diecinueve. El "Tratado teórico de música", de Narciso Téllez y Arcos , fechado en mil 868, llevaba en una de sus páginas la firma de José Martí.

El libro ostentaba las nobles huellas del estudio. Trazos y frases a lápiz, correcciones manuscritas de erratas de imprenta, revelaban una lectura muy atenta por Martí.

Alejo Carpentier divulgó el importante hallazgo en la sección "Letra y Solfa" de El Nacional de Caracas, el cuatro de marzo de1953. Había transcurrido poco más de un mes de la celebración en Cuba del Centenario del natalicio de nuestro Apóstol.

José Martí asistió a lo largo de su vida a múltiples conciertos musicales, pero fueron los cubanos José Domingo Brusquet, Manuel Saumell, Pablo Davernine y Nicolás Espadero los que propiciaron su formación musical.

El joven Martí realizó su primera crítica de música a los veintidós años de edad. Fue en una serie de artículos sobre el violinista cubano José White, publicados en la Revista Universal de México en 1875. En su intento por definir la música, sus palabras se convirtieron en poesía: “Hay una lengua espléndida, que vibra en las cuerdas de la melodía y se habla con los movimientos del corazón: es como una promesa de ventura, como un vislumbre de certeza, como prenda de claridad y plenitud. El color tiene límites: la palabra labios: la música, cielo”.

José Martí con el seudónimo de “Orestes” publicó tres artículos dedicados al violinista cubano José White en la Revista Universal de México entre mayo y junio de 1875. Él no era un especialista en el arte de enjuiciar la música, pero en esta tríada de publicaciones demostró sus conocimientos y habilidades para valorarla. En sus criterios sobresalió el matiz impresionista junto al lenguaje sensible y amable.

José Martí consideraba que la música era para ser disfrutada, sentida e intuida, pues de lo contrario podía malograrse. Por eso expresó: “La música es la más bella forma de lo bello: arrullar, adormecer, exaltar, gemir, llorar: el alma que se pliega a un arco: el oído que se subyuga, se extasía, se encadena”.

También en las cuerdas del violín de José White, encontró el modo de acercarse a la realidad y a la lucha de su pueblo. Así lo expresó en aquella primera crítica musical dedicada a su compatriota: “...!Oh, patria de mi amor!, ¡tú eres bendita a través del alejamiento y la amargura, tú me mandas amores y promesas en el alma de uno de tus hijos, tú me mandas un canto de esperanza en una inspirada criatura, engendrada entre tus suspiros y tus lágrimas, calentada al fuego de mi sol!”.

Martí vivió una parte importante de su exilio en los Estados Unidos. Durante su vida en New York tuvo la oportunidad de asistir y reseñar para el periodismo varios conciertos musicales efectuados en la capital norteña.

Cautivado por la actuación del gran director Von Bulow, escribió en una crítica musical newyorkina publicada en abril de 1889: “La primavera entra detrás de la batuta del (...) famoso Von Bulow, que no lleva la música por notas, como un maestro de baile, sino por ondas y volúmenes. La adelgaza como una franja de luz al amanecer, la levanta de un ímpetu, y la deshace en polvo al caer, como el agua de una fuente...”

Martí también disfrutó en esa misma época de un festival donde se ejecutaron
obras de Haendel, Berlioz y Wagner. Su valoración sobre la música de este último creador, no puede ser más expresiva: “Y cuando la orquesta majestuosa rompió a tocar, con devoción filial, la música épica de Wagner, parecía que de cestos de fuego surgían aves blancas y que ninfas ardientes, de caballera suelta y brazos torneados, envueltos en jirones de nubes, cruzaban el aire oscuro y húmedo, montadas en el dorso de caballos de oro”.

El tres de marzo de 1891 en la plenitud de su intelecto y de su estilo, Martí retomó el tema de la patria a través de uno de sus grandes músicos. Pronunció en esa fecha un discurso sobre el pianista cubano Emilio Agramonte en la Sociedad Hispanoamericana de New York. Excelente pretexto para destacar desde la valoración musical, los valores patrios. Dijo entonces el Maestro: “...para Emilio Agramonte, el artista consumado que, sin floreos ni comedias, ha logrado en el Norte la autoridad de quien ve, y hace ver, en las artes un culto. Se goza al ver alto en tierra extranjera el nombre de nuestro país. (...) A Emilio Agramonte tiene que venir a ver todo el caído que crea que nuestras tierras valen poco. (...) Él conoce al dedillo la música toda, y tiene el don oculto de hallarle a cada nota la pasión...”

Patria fue el periódico de la revolución cubana fundado por nuestro Héroe Nacional el catorce de marzo de 1892. Desde sus páginas, Martí llamó a la libertad y a la unidad entre los revolucionarios, pero también dedicó espacios a la crítica musical.

En ese año, José Martí dedica un artículo de Patria a la pianista puertorriqueña Ana Otero. En él, reafirma la claridad revolucionaria de sus conceptos estéticos y la profundidad de sus conocimientos musicales.
A la boricua Ana Otero –expresaba Martí- “... nunca le obedece tan tiernamente el piano como cuando, sin la pompa del salón ni el incentivo del provecho, pone en el piano rodeada de amigos de su pueblo, las puestas de sol, y las noches serenas, y las amorosas colinas, y los primeros sueños de Humacao. Su mano vaga a veces, como si se posase sobre una flor de azahar, y a veces como si recordara lo que no puede olvidarse, castiga el piano indignada”.

El lenguaje y el espíritu de la música sensibilizaron a José Martí durante toda su vida. Fue un indagador de la teoría musical en plena adolescencia y a los veintidós años deleitó al lector continental con su primera crítica musical.

Desde el violín de José White que marcó su debut en estos menesteres, hasta el piano de Emilio Agramonte en las postrimerías de su vida, la crítica musical martiana mostró un cuerpo de conceptos propios de un musicólogo. La crítica musical fue también en José Martí espacio propicio para evocar a la patria en sus dolores y en sus grandezas. Y supo el Héroe disfrutar la música íntegra por todo lo que ella representa para el ser humano. Nadie como él, la definió en palabras tan hermosas: “La música es el hombre escapado de sí mismo, es el ansia de lo ilímite surgido de lo limitado y de lo estrecho, es la armonía necesaria, anuncio de la armonía constante y venidera”.

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