jueves, 25 de enero de 2007

A MARTÍ, MAESTRO.

Por Randy Saborit Mora

“MAR” y “MÁRTIR”. Dos sustantivos. Los sustantivos nombran lo sustancial, lodistintivo, lo particular. El MAR sugiere “lo infinito” y “lo inmenso”. MÁRTIR alude al “sacrificio” y “la abnegación”. Esos términos esenciales sintetizan a MARTÍ: un MARMÁRTIR al decir de José Lezama Lima, uno de los más prestigiosos escritores cubanos.

Martí, más que sustantivo, era el verbo. AMAR, por ejemplo, es un verbo modelo porque en todos los modos y tiempos verbales mantiene la regularidad en la conjugación. A MARtí puede conjugársele en todos los modos y para todos los tiempos.

AMAR fue la acción humanitaria que profesó. Amó a Cuba desde la distancia sin perder la correspondencia con ella. Cuatro tomos conforman el Epistolario Martiano, páginas poéticas de un hombre que trocó el odio en amor. Un ser humano que domesticaba la palabra cuando se comunicaba con sus familiares, amigos, o las personalidades necesarias de la guerra patria.

El verbo del Apóstol surcaba el aire o quedaba grabado en el papel como concepto político, elegante y bello. Su torrente verbal podía comprometer al emigrado indeciso, incluso al enemigo acérrimo. Pintaba frases y esculpía ideas. El efecto Martí existe hoy en la palabra como el efecto Mozart en la música, al decir del profesor Jorge Lozano. El Maestro armó de palabras su periodismo, su narrativa, su teatro, su poesía. Su docencia.

Impartió Gramática Española en Nueva York durante la década del 80 del siglo XIX. Le gustaba enseñar una gramática comparada en la que se conociera la raíz de los vocablos para poder emplearlos en el momento justo y de manera correcta. A partir de las reglas teóricas encontraba las aplicaciones prácticas.

V. A. Paltsits fue un joven que aprendió español con Martí en Nueva York: es más fácil olvidar un idioma, que borrar del recuerdo la impresión de un hombre noble, escribió aquel para la Revista Cubana de 1953.

El Maestro resumió algunas ideas de su modo de impartir clases: El instructor de español informa que su intento ha sido enseñar la gramática sin parecer que la enseña (…) Se enseñó el idioma utilizando la pronunciación y la ortografía (…) La relación de los modos verbales españoles con los de otros idiomas, fue plenamente expuesta (…) El uso constante de la pizarra familiarizó la mente de los estudiantes con las ideas comunicadas por el instructor.

Aquel método se fundaba a partir de la enseñanza de palabras aparentemente semejantes, que los estudiantes tenían que emplear en oraciones. Las cláusulas se leían en el aula y se criticaban. Un día el Maestro retó al aula a escribir con los vocablos: Papa, papa y papá. Martí fue recogiendo por los pupitres los escritos, y cuando leyó para sí uno de los exámenes comenzó a reírse. Los estudiantes no entendían, pero se contagiaron con su llanto de alegría. Después de mucho reír, pudo contenerse e hizo público lo que Paltsits había escrito: El Papa no es una papa, ni tampoco un papá.

José Martí: maestro y caballero en Revista Cubana. Homenaje a José Martí en el centenario de su nacimiento;publicaciones del Ministerio de Educación. Dirección General de Cultura, pp.57-60, La Habana, Cuba, 1953.

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