martes, 9 de enero de 2007

El fracaso del plan de Fernandina.

Por Yoel Cordoví Núñez,
Investigador del Instituto de Historia de Cuba
Servicio Especial de la AIN

El 10 de enero de 1895 llegaba una carta al Departamento de Hacienda de Estados Unidos en la que se denunciaba la presencia de dos barcos anclados en Nueva York, destinados a labores conspirativas contra el colonialismo español en Cuba.

Era el inicio del descalabro del denominado Plan de Fernandina, concebido por el Delegado José Martí y que debía ejecutarse en conjunción con el Plan de Alzamiento.

Tres barcos, Baracoa, Amadís y Lagonda, se harían a la mar en el puerto de Fernandina con supuestos útiles agrícolas, pero en realidad armas y municiones, en cajas y barriles.

Una de las naves se dirigiría a un puerto de la Florida, donde lo esperaban 200 trabajadores encabezados por los generales Serafín Sánchez y Carlos Roloff. Otra embarcaría en Costa Rica a los Maceos, Flor Crombet y Agustín Cebreco más cientos de hombres.

El tercero recogería en Santo Domingo a Máximo Gómez, Paquito Borrero, Ángel Guerra, José (Mayía) Rodríguez y los demás expedicionarios.

El desembarco de las tres expediciones en Cuba debía ser lo más simultáneo posible. Para el general Gómez los alzamientos tendrían lugar en todo el país, pero los primeros escenarios de la guerra serían Oriente, Camagüey y Las Villas, y hacia esas regiones se dirigiría la preciada carga.

Sin embargo, una delación del comisionado Fernando López de Queralta frustró el plan y el 12 de enero las autoridades norteñas procedieron a detener el "Lagonda" y le ocuparon varias cajas que se encontraban en su interior.

Dos días después fueron embargadas por la Aduana alrededor de 130 empaques que contenían 300 fusiles Winchester, otros tantos Remington, 100 revólveres Colt, parque, cientos de machetes Colling, cantinas, cinturones y mochilas, entre otro material bélico.

Una vez abortado el plan, Martí se reúne con Enrique Collazo, Mayía Rodríguez, Charles Hernández, Tomás Collazo y Enrique Loynaz del Castillo, en el Hotel Travellers, de Jacksonville.

Tanto Collazo como Loynaz del Castillo coinciden en el impacto emocional del descalabro en el Delegado: "Revolvíase como un loco en el pequeño espacio que le permitía la estrecha habitación..."

Pero tan pronto se recupera, exclama: "Todo se ha perdido, menos las esperanzas y la decisión de acometer la empresa iniciada con tanto sacrificio". Tampoco los revolucionarios en Cuba se desaniman y demandan de Martí en términos apremiantes el inicio de las acciones.

Un nuevo plan de acción se gestaría. La orden de alzamiento se autoriza y se le trasmite a Juan Gualberto Gómez en la Isla.

Mientras, Martí junto a Collazo y Mayía Rodríguez zarpan rumbo a República Dominicana, donde se encontrarían con Máximo Gómez. Poco después, la respuesta positiva para el alzamiento quedó plasmada en un telegrama de Juan Gualberto al Apóstol con la clave convenida: "Giros aceptados".

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