Este 28 de enero recordamos el 154 aniversario del natalicio de José Martí, Héroe Nacional de la República de Cuba, en el contexto de un proceso de traspaso de poder de Fidel Castro hacia su hermano Raúl. Alrededor de este hecho se han generado muchas expectativas dentro y fuera de la isla. Tal parece que la pregunta que muchos analistas se han hecho durante años en el sentido de "¿qué pasará cuando Fidel desaparezca?", tendrá una respuesta en un breve plazo de tiempo.
Independientemente de los resultados de este cambio de manos de poder y del futuro rumbo político de Cuba, es bastante razonable pensar en la necesidad de cambios en el modo de gobernar así como en el contenido mismo de la política aplicada hasta el momento.
Si finalmente Raúl Castro logra mantenerse en el poder hay que tomar en consideración algunas realidades. Primero, no podrá gobernar del modo autocrático en que lo hizo su hermano porque no tiene su carisma en la relación con el pueblo, ni la "aureola" de líder del movimiento revolucionario inicial, ni el apoyo incondicional de un grupo de los llamados "dirigentes históricos". Segundo, porque una vez muerto Fidel el pueblo estará en libertad de romper esa especie de "pacto secreto" mediante el cual el gobernante cubano se mantuvo por más de 45 años en el poder más absoluto. A partir de ese momento el descontento acumulado, las frustraciones, desengaños y sobre todo la pésima situación socio-económica en que se encuentra el país, condicionarán el surgimiento de protestas sociales hasta ahora impensables. Tercero, por la presión que tanto la oposición interna como el exilio político ejercerán en favor de cambios en el país a lo que se unirán organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales y una parte significativa de la opinión pública mundial. Cuarto, porque dejará de recibir poco a poco la ayuda económica que recibe en estos momentos de algunos países, dirigentes u organizaciones y fundamentalmente de Venezuela donde su presidente, el Sr. Chávez, actúa como el "heredero por excelencia" del ideario de Fidel y en estas condiciones no va a permitir rivalidad de ningún tipo en su delirio de una Venezuela líder del mundo subdesarrollado y de él como su máximo dirigente.
Este es, a mi juicio, un momento propicio para iniciar el rescate -si cabe el término- del ideario martiano de manos de quienes durante todos estos años lo han tergiversado y malinterpretado con el objetivo de justificar su permanencia en el poder y la aplicación de métodos de gobierno de corte totalitario.
En este sentido hay que destacar que existe un definido ideario republicano martiano, es decir, un sistema de ideas coherentes y sostenidas a lo largo de toda su vida en favor de un tipo de gobierno, de un tipo de gobernante, y de unos mecanismos y métodos de gestión estatal, que fuesen garantes de la más amplia democracia en favor de la mayoría del pueblo.
La guerra de independencia de 1895, concebida y preparada por él durante muchos años, sólo puede entenderse como "guerra republicana" -y no sólo "necesaria"-, es decir, de una guerra concebida con un profundo sentido republicano, como el medio a través del cual se obtendría la independencia política de España con el fin de instaurar una república democrática bajo el principio fundador de "con todos y para el bien de todos"; república que sería a su vez el medio por el cual se transformaría toda la estructura social así como la conciencia de los propios cubanos hasta lograr que Cuba pudiese erigirse como nación libre y soberana por propia voluntad y capacidad y ocupar el lugar que por derecho le correspondía en el contexto de los demás países.
Este principio fundador de su ideario ha sido groseramente tergiversado durante los últimos 45 años al menos en tres momentos. Primero, cuando se afirma que Martí fue el autor intelectual del asalto al cuartel Moncada. Un análisis detenido del pensamiento martiano nos demuestra que Fidel no sólo hizo todo lo contrario a lo que Martí señalaba, sino que en ese momento fueron Marx, Engels y Lenin -sobre todo la obra de este último "El Estado y La Revolución"- los verdaderos autores intelectuales de dicha acción. Segundo, cuando se afirma que el ideario martiano se funde con el ideario marxista-leninista. Esto, además de ser un contrasentido, es una manifestación de una supina ignorancia -cuando no traición- de la esencia del pensamiento político martiano. Tercero, al afirmarse que dicho principio se identifica con el concepto de dictadura del proletariado ya que no sólo son incompatibles sino que se manifiestan como antagónicos. Cuarto, al alentarse desde el gobierno de modo velado o directo a realizar investigaciones que de alguna manera "mostrasen" la filiación o simpatía de Martí por el socialismo.
No pueden pasarse por alto que los tres primeros aspectos antes señalados aparecen en el cuerpo de la Constitución de la República de 1976. Ya no se trata sólo de simples tergiversaciones o juego de palabras: a partir de ese momento son tergiversaciones "institucionalizadas" y quien se oponga o adopte una actitud crítica podrá ser perseguido y juzgado.
Martí no sólo fundamentó su ideal republicano en el concepto de una patria con todos y para todos, sin exclusiones de ningún tipo, sino que, consecuentemente, se opuso a toda forma de dictadura, tanto de "derecha" como de "izquierda". En este sentido señalaba: "... ¡Líbrenos el que libra, de los pueblos hemipléjicos, que sólo de un lado se desarrollan, y del otro quedan atáxicos! No hay pueblo en la tierra que tenga el monopolio de una virtud humana:- pero hay un estado político que tiene el monopolio de todas las virtudes:- la libertad ilustrada: no aquella libertad que es entendida por el predominio violento de la clase pobre vencida sobre la clase rica un tiempo vencedora -que ya se sabe esa es nueva y temible tiranía;-..." (2)
No puede olvidarse que la causa del enfrentamiento, en 1884, entre los máximos dirigentes de la revolución del 95 fue precisamente la oposición de Martí a los planes de Gómez y de Maceo de preparar la guerra de modo que el mando militar pudiese actuar de manera autónoma, sin el control del futuro gobierno, de modo que no se repitiesen los errores de la guerra del 68. En su conocida carta al General Máximo Gómez de 1884, a raíz de este enfrentamiento, afirma:
"... Pero hay algo que está por encima de toda la simpatía personal que Vd. pueda inspirarme, y hasta de toda razón de oportunidad aparente; y es mi determinación de no contribuir en un ápice, por amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a traer a mi tierra a un régimen de despotismo personal, que sería más vergonzoso y funesto que el despotismo político que ahora soporta, y más grave y difícil de desarraigar, porque vendría excusado por algunas virtudes, establecido por la idea encarnada en él, y legitimado por el triunfo". (3)
El análisis detallado de lo ocurrido en Cuba desde antes de 1959 demuestra, a mi juicio, que Fidel Castro sustituyó con su despotismo personal el despotismo político que imperaba en Cuba bajo el gobierno de Batista. Y como advirtiera Martí ese despotismo ha sido más grave y difícil de desarraigar. Cuba se convirtió poco a poco en un gran campamento militar con un comandante en jefe al frente y donde al pueblo se le otorgó como único gran derecho acatar y solicitar más órdenes. Premonitoriamente ya Martí, en la carta antes citada a Máximo Gómez, había destacado: "¡Un pueblo no se funda, General, como se manda un campamento;..."
Menos aún puede pretenderse la existencia de un acercamiento del pensamiento martiano a la ideología socialista en general y, muchísimo menos, al marxismo-leninismo en particular. En sus escritos se puede constatar que estudió con determinada profundidad el pensamiento socialista de su época hasta al punto de saber distinguir sus diferentes variantes. "Socialismo.- Lo primero que hay que saber es de qué clase de socialismo se trata, si de la Icaria cristiana de Cabet, o las visiones socráticas de Alcott, o el mutualismo de Prudhomme, el familisterio de Guisa, o el Colins-ismo de Bélgica, o el de los jóvenes hegelianos de Alemania:...” (4) Pero aún fue más allá en el estudio de las teorías sociales de su época según se desprende de las siguientes palabras: "... Nuestros jóvenes estudiantes deberían reunirse, y estudiar asiduamente en privado a más del francés, el inglés y el alemán. Vive hoy fuera de su tiempo el que no puede leer estas lenguas. Las malas traducciones barcelonesas de unas cuantas obras literarias e históricas, y uno que otro ensayo filosófico de autor madrileño, calcado generalmente sobre la traducción francesa de algún libro alemán, no bastan a darnos idea del cambio radical e imponente que en las postrimerías de este siglo está sufriendo en todos sus aspectos la vida universal. Sólo la entrada del mundo viejo en el cristianismo es comparable a esta entrada a que asistimos del mundo actual en el porvenir." (5)
Son innumerables las palabras y hechos de identificación de Martí con los trabajadores, con los humildes, con los pobres de la tierra, o el reconocimiento de que un mundo nuevo que se nos echa encima amasado por los trabajadores. Son conocidos sus contactos con dirigentes socialistas en España y México. Pero se olvida con demasiada frecuencia que reconocer la existencia de las injusticias sociales y luchar por el mejoramiento de las condiciones de vida de millones de personas no significa comulgar con las ideas socialistas y mucho menos con las ideas comunistas.
En el artículo que publicó en 1883 con motivo de la muerte de Carlos Marx deja esclarecida su posición: "Karl Marx ha muerto. Como se puso del lado de los débiles, merece honor. Pero no hace bien el que señala el daño, y arde en ansias generosas de ponerle remedio, sino el que enseña remedio blando al daño. Espanta la tarea de echar a los hombres sobre los hombres. Indigna el forzoso abestiamiento de unos hombres en provecho de otros. Mas se ha de hallar salida a la indignación, de modo que la bestia cese, sin que se desborde, y espante." (6)
Honra a Marx porque se puso al lado de los débiles y trató de mejorarlos, pero se distancia de él en cuanto a los métodos: "espanta", "indigna". En otro momento del mismo artículo señala: "... Karl Marx estudió los modos de asentar al mundo sobre nuevas bases, y despertó a los dormidos, y les enseñó el modo de echar a tierra los puntales rotos. Pero anduvo de prisa, y un tanto en la sombra, sin ver que no nacen viables, ni de seno de pueblo en la historia, ni de seno de mujer en el hogar, los hijos que no han tenido gestación natural y laboriosa."
La teoría comunista tiene como principio político el establecimiento de una "dictadura del proletariado", es decir, el predominio de una clase social o de un grupo. En este sentido destaca: "... nadie más que los siervos sienten la necesidad de ser señores; y como la gente trabajadora ha tenido tanto que sufrir del señorío de los que la emplean, le han entrado veleidades de déspota, y no se contenta con hermanarse con los que la han hecho penar, sino que, yendo más allá de toda razón, quiere ponerse encima de ellos, quiere sujetarlos a los términos que impedirían a los empleadores la misma dignidad y libertad humana que los empleados para sí reclaman.
Ahí está su debilidad, en su injusticia: y por esta vez al menos, ahí está su derrota." (7)
En mi criterio Martí define aquí el fracaso de la ejecutoria política del comunismo en el poder: la propia injusticia que representa el establecimiento de una dictadura conlleva lógicamente a su derrota. Es una criatura marcada para morir desde su propio nacimiento tal y como la historia se ha encargado de demostrar.
Martí también arremete contra el principio económico del comunismo: el dominio sobre los principales medios de producción del país. Una vez que el Estado tenga este control en detrimento de la gestión individual, señala Martí: "El hombre que quiere ahora que el Estado cuide de él para no tener que cuidar él de sí, tendría que trabajar entonces en la medida, por el tiempo y en la labor que plugiese al Estado asignarle, puesto que a éste, sobre quien caerían todos los deberes, se darían naturalmente todas las facultades necesarias para recabar los medios de cumplir aquéllos. De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del Estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios. Esclavo es todo aquel que trabaja para otro que tiene dominio sobre él; y en ese sistema socialista dominaría la comunidad al hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo." (8)
Este control del Estado conlleva el surgimiento literal de un ejército de funcionarios (burócratas) que son los encargados de organizar, dirigir y controlar toda la actividad económica del país. Esta posibilidad no fue ajena a Martí: "Y como los funcionarios son seres humanos, y por tanto abusadores, soberbios y ambiciosos, y en esa organización tendrían gran poder, apoyados por todos los que aprovechasen o esperasen aprovechar de los abusos y por aquellas fuerzas viles que siempre compra entre los oprimidos el terror, prestigio o habilidad de los que mandan, este sistema de distribución oficial del trabajo común llegaría a sufrir en poco tiempo de los quebrantos, violencias, hurtos y tergiversaciones que el espíritu de individualidad, la autoridad y osadía del genio, y las astucias del vicio originan pronta y fatalmente en toda organización humana." (9)
El comunismo en el poder sólo puede sostenerse a condición de imponerse como sistema totalitario, es decir: control absoluto del Estado en todos los órdenes; censura masiva de todas las formas de expresión subordinándolas a un pensamiento oficial único; eliminación de la independencia y autonomía de los poderes ejecutivo, legislativo y jurídico y subordinación a un órgano de control (partido) superior; imposición permanente en el poder de un dirigente que gobierna de manera autocrática; represión de toda actividad económica independiente; creación y mantenimiento de un permanente estado de confrontación contra un enemigo interior o exterior real o ficticio; exaltación del nacionalismo, del triunfalismo y del unanimismo; propaganda continuada de contenido populista y demagógico apelando constantemente al patriotismo y al sentimiento revolucionario; la represión, marginación y discriminación contra todo el que se oponga o no siga el dictado de la "nomenklatura" en el poder; constante adoctrinamiento en favor de la superioridad del sistema socio-político imperante y en detrimento de otras formas de gobierno; monopolio de la "verdad" ideológica suprema en manos de unos cuantos "elegidos" en el poder; etc.
Es imposible tratar en este breve espacio todo el contenido del pensamiento republicano martiano aunque todo lo expuesto creo que ofrece una idea bastante general de las líneas principales de su ideario. He dejado para último este fragmento como muestra de su objetivo supremo en la lucha por la independencia de Cuba y base de la república:
"La república, en Puerto Rico como en Cuba, -afirmaba Martí- no será el predominio injusto de una clase de cubanos sobre las demás, sino el equilibrio abierto y sincero de todas las fuerzas reales del país, y del pensamiento y deseo libres de los cubanos todos. No queremos redimirnos de una tiranía para entrar en otra. No queremos salir de una hipocresía para caer en otra. Amamos a la libertad, porque en ella vemos la verdad. Moriremos por la libertad verdadera; no por la libertad que sirve de pretexto para mantener a unos hombres en el goce excesivo, y a otros en el dolor innecesario. Se morirá por la república después, si es preciso, como se morirá por la independencia primero." (10)
Relación de Notas:(1) "Carta al General Máximo Gómez." New York, mayo 12, 1894. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 3. Página 166.
(2) Artículo "Trabajadores franceses." En "La América." Nueva York, noviembre de 1883. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 8. Página 381.
(3) "Carta al General Máximo Gómez". Nueva York, 20 de octubre de 1884. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 1. Página 177.
(4) Nota en "Cuaderno de apuntes. No. 18." (1894). Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 21. Página 386.
(5) Artículo en " La Opinión Nacional". 14 de febrero de 1882. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 23. Página 200.
(6) Carta al Director de "La Nación"." Nueva York, 29 de marzo de 1883. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 9. Página 388.
(7) Carta al Director de "La Nación"." Nueva York, Abril 27 de 1886. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 10. Páginas 413 a 414.
(8) Artículo sobre "La futura esclavitud", de Herbert Spencer. En "La América."Nueva York, abril de 1884. Tomo 15. Página 391.
(9) Íbídem.
(10) José Martí. Artículo "¡Vengo a darte Patria!". De Patria, Nueva York, 14 de marzo de 1893. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 2. Página 255.
(*) [Ángel Luis Martínez Acosta. Es autor del libro "Las ideas republicanas de José Martí. Selección de Textos". Todos estos temas son tratados en detalle en su página web:
Las ideas republicanas de José Martí.]