viernes, 11 de febrero de 2022

Martí: la oda cubana a la dignidad

José Manuel Lapeira
Foto: Archivo
31 Enero 2022

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Enero es por derecho propio un mes luminoso entre las fechas luminosas de la Patria, pues cada 28 significa un reencuentro con el Héroe Nacional de cuya sangre emana ese torrente redentor de pureza ubicada en el alma de la nación cubana.

A más de un siglo de distancia, cinco letras forman un calificativo tatuado a hierro candente en lo más profundo de todo aquello que se defina como cubano: José Martí.

En el resultado adelantado de su tiempo, el Apóstol de la Independencia continúa lanzando reflexiones al presente ¿Cómo concebía la República futura aquel capaz de planificar una guerra sin odios ni rencores?

El primer paso partía de la independencia, que no sería regalada por el poder colonial, más bien, le correspondía al cubano arrancarla por la fuerza, por lo que el mérito principal del joven José Julián consiste en reconocer lo inevitable del conflicto y encaminar sus esfuerzos en esa dirección.

Sobre el particular, el historiador de la Habana, Eusebio Leal Spengler, señaló que con lágrimas en el corazón, él se ve obligado al camino de la lucha ante el fracaso de las tendencias reformistas y otras soluciones a medias.

Su pensamiento a largo plazo

Entonces, no es de extrañar el intuir en las líneas dedicadas al futuro de la Patria, una vez desligada del yugo colonial, destellos de una sensibilidad extraordinaria.

Martí representa, por tanto, el primero en plantear una alternativa humanista en la época de gestación de los grandes monopolios imperialistas.

En correspondencia con ese paradigma, el más universal de los cubanos asume la ética de situar al ser humano en el centro de su horizonte moral, cuando escribe “con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar…” se trata, en lugar de una forma literaria metafórica, de una declaración de principios.

Lea aquí: 28 de enero: el fulgor de José Martí

La siguiente muestra de genialidad parte de la detallada lectura del tiempo en que le tocó vivir y anteponer una respuesta revolucionaria propia.

Con ojo avizor, pudo apreciar la dominación simbólica en las tierras americanas con sus sistemas democráticos calcados a imagen y semejanza de los Estados Unidos ¿Qué posibilidades preveía para que la República no naciera con la pesada baldosa del señorío burgués?

Para ello, desmonta en primer lugar el mito democrático del poder, su ideal difería del modelo practicado por las elites donde se excluía al negro, al indígena, a la mujer y las masas pobres y trabajadoras, impidiéndoles acceder a las propiedades y la instrucción que los acreditaba con la condición de ciudadanos.

Ante las fuerzas hegemónicas que amenazan la emancipación, Martí apela a la unidad como principio estructurador filosófico de la Revolución, porque entiende la necesaria agrupación de los cubanos en torno a un partido único, destinado a fortalecer la posición de los humildes en el proyecto futuro de la nación y a la vez ejercer una política regulada por la moral y la justicia.

Llegado a este punto, ¿dónde colocó la piedra angular de su visión? la respuesta es sencilla: la dignidad, pues no concibe una libertad plena si no viene acompañada por ese valor.

Las personas que carecen de ella son propensas, aun partiendo del reconocimiento de sus derechos, a no saber convivir con la condición de libre y retornar voluntariamente a la esclavitud.

<>Con este objetivo reconoce en la cultura un hecho democrático y libertador en todo el sentido de la palabra, pondera el papel de la educación del pueblo encarnada en la figura del maestro y como este debe llevar la enseñanza a cada rincón, en cumplimiento a la deuda contraída con el pueblo.

Tomado de: Agencia Cubana de Noticias

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