Cástulo Gregorisch
1/3/03
Un 28 de enero
cayó del cielo un lucero
que con su estela brillante
nos iluminó el sendero.
De ejecutoria sin par,
proceder sin paralelo,
fue este un hombre singular
que ejemplo dio al mundo entero.
Magnífica su oratoria,
bueno en verso, bueno en prosa,
su verbo que fue elocuente
de una eficacia asombrosa.
Muy joven sufrió prisión
por ideas libertarias,
por Cuba su gran pasión
no hizo esto que mermara.
Desde su bastión de ideas
con su pluma incomparable,
arremetió indesmayable
contra el sistema opresor.
Años pasó en el exilio
sufriendo de sus rigores,
incomprendido a veces,
pasando mil sinsabores.
Nunca cejó en el empeño
de liberar a su patria,
por ella a morir dispuesto
por no verla sojuzgada.
Embarcase para Cuba
a luchar en su terreno,
a probar su valentía
y su corazón de bueno.
Sacrificando su vida
frente a balas enemigas,
en su caballo moría
quien fuera nuestro Mesías.
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