martes, 14 de febrero de 2023

Desde la Isla de Santo Domingo, en homenaje a Martí

Por Lilliam Oviedo
30/01/2023
Fuentes: Rebelión

«Odio la pluma que no vale para clavar la verdad en los corazones y sirve para que los hombres defiendan lo contrario de lo que les manda la verdadera conciencia, que está en el honor, y nunca fuera de él».

A ciento setenta años del nacimiento de José Martí, está organizada en forma corporativa la pluma que realiza, por encargo de la clase dominante, tareas enmarcadas en la misión de aplaudir la demagogia y apañar el entreguismo.

Es la pluma incapaz de denunciar que las bandas criminales se han multiplicado en un Haití dominado por las potencias imperialistas que encabezan esa comunidad internacional a la cual Luis Abinader, el millonario presidente dominicano, suplica que organice una ocupación.

No pregunta esa pluma de dónde salen las armas, las municiones y el entrenamiento que exhiben esas bandas criminales y no presenta como culpable al poder que hace poco más de un año y seis meses envió a los mercenarios colombianos quienes, tras vacacionar en centros turísticos dominicanos, asesinaron en Puerto Príncipe al corrupto y también criminal represor presidente Jovenel Moïse.

Oculta (en esencia niega) que el caos y la violencia en Haití constituyen nefastas consecuencias de la política imperialista. Eso es burda manipulación. ¿Se puede pensar que actuaron motu proprio los sicarios que asesinaron a un presidente desacreditado y desvalorizado ante los amos del Norte?

Los centros capitalistas desde los cuales se coordina el poder mediático imponen presentar a Luis Abinader como un presidente interesado en el orden y la seguridad y no como un lacayo encargado de invocar a los invasores (que son los jefes de las grandes potencias y no las masas migrantes pobres estigmatizados por la propaganda fascista), esos que, para el espionaje, el saqueo y el resguardo de sus corporaciones utilizan la isla de Santo Domingo como un solo territorio.

La pluma indigna no exige el desmonte de un orden mundial en el cual el imperialismo no rinde cuentas de sus tropelías y siembra el caos para luego ofrecer como remedio la ocupación con sus fuerzas.

En 1889, el Apóstol de la Independencia de Cuba escribió en el diario La Nación, de Buenos Aires, un artículo sobre la injerencia yanqui. En ese artículo, decía:

«¿Ni qué pudo explicar la súbita terneza y cuidado exquisito con que, por el pretexto falso de un tratado de curatela entre Francia y Haití, miró la Secretaría de Washington los asuntos haitianos, fomentó su querella doméstica, permitió el embarque continuo de armas para el rebelde Hypolite con quien estaba en tratos, llegó a nombrar una comisión de próceres para que interviniese en la guerra civil de un país libre, propaló a sabiendas la especie inexacta de que Francia tenía tratados secreto con Legitime, Presidente -reconocido, y perturbó a Santo Domingo, en venganza de la amistad de los quisqueyanos y el gobierno haitiano, con la resurrección súbita de derecho de una empresa caduca a la bahía de Samaná?»

Tras citar una dramática denuncia del presidente depuesto en Haití, François Denys Légitime, por fuerzas apoyadas desde Estados Unidos, expresa Martí una queja:

“Como lo dijo un negro, un oprimido, un vencido, ahí lo echaron, en un rincón del diario, donde no lo viera nadie; pero de labios de hombre salen pocas veces palabras de tanto dolor y hermosura como esas en que echó en cara Legitime a los Estados Unidos el delito de haberle trastornado el país, fomentando la rebelión, ayudado con buques de armas y con armas cuantiosas al general rebelde, porque el gobierno de Haití se negaba a ceder a los Estados Unidos la península de San Nicolás, llave y señora del paso a las Antillas. ¡En las cartillas se debieran poner en América las palabras del negro! Y nadie osó contradecirlo, porque ese mismo día publicaba el diario que habla más de cerca con Blaine estas palabras textuales: «Ahora se nos echa atrás Hipolite, y se niega a darnos la península de San Nicolás, cuando nosotros lo hemos puesto en el poder, con nuestras armas y nuestro influjo, para que nos la diera; queremos la península, porque la necesitamos; y si Hipolite no nos la da: los mismos que lo pusieron en el poder, lo echarán de él.»

James Gillespie Blaine era el secretario de Estado yanqui, quien además tenía acciones en un influyente diario.

¿Cómo se entiende que ciento treinta y cuatro años después, muchos periodistas que se presentan como independientes no condenen el entreguismo de Abinader y su práctica de solicitar, desde los foros internacionales (las reuniones de la OEA y la reciente reunión de la CELAC, por ejemplo) intervención en Haití?

Se explica del mismo modo que la negativa a reconocer a la Ucrania de hoy como el lugar de concurrencia de fuerzas fascistas en las cuales el agonizante capitalismo se apoya para seguir en pie. No es casual que Abinader hable de invasión rusa y no del ataque al fascismo que tiene por brazo armado a la caduca Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN.

Los grandes medios de comunicación no lo califican como abyecto, porque actúa como lo dicta el capital, y no se hace desde tribunas “independientes” porque muchos analistas y pseudoanalistas sirven desde medios digitales al capital.

Por eso, en esta isla hay quienes se prestan a atribuir a José Martí una cita cargada de prejuicios y de odio contra Haití, cita que estudiosos autorizados de la obra del Apóstol de la Independencia de Cuba (Carlos Rodríguez Almaguer, por ejemplo) califican como falsa. No difunden, sin embargo, los textos en los cuales Martí habla de la lucha de los haitianos y condena la injerencia imperialista sobre América en general y sobre Haití en particular.

Martí sufrió la censura en diarios de Estados Unidos y de otros lugares, pero estaba dotado del desinterés que él entendía necesario para ejercer el oficio. En uno de sus escritos, dice:

«El desinterés del periodista es esencial. Aflige cobrar por lo que se piensa: y más si, cuando se piensa, se ama. Un periódico sin generosidad es un azote. Un periódico generoso es una columna».

Hoy, cuando funcionarios yanquis hablan con descaro del saqueo imperialista (es el caso de la jefa del Comando Sur, Laura Richardson, quien en declaraciones recientes presentó como natural el despojo de las riquezas de América Latina por Estados Unidos, la pluma que reniega del honor contrasta esta actitud con las frases eufemísticas de otros agentes del saqueo, pero no condenan la dominación imperialista en su esencia.

A 170 años del nacimiento del educador, héroe, revolucionario e íntegro periodista abatido en Dos Ríos en mayo de 1895, hay que honrar su memoria denunciando el fascismo y el entreguismo y condenando con firmeza la prostitución del periodismo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Tomado de: Rebelión

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