lunes, 1 de febrero de 2021

José Martí: citas dudosas, falseadas o apócrifas

enero 26, 2021
Ilustración: Tato Ayress
Luis Toledo Sande

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El título remite a un tema que el autor no pretende agotar ni en este artículo ni en otros que le ha dedicado. Para facilitar que los consulten quienes deseen hacerlo, los enumera en la “Nota bibliográfica” añadida al final. Reúnen, en conjunto, numerosos ejemplos de manipulación o irresponsabilidad, o dolo, que se observan no únicamente pero sí sobre todo en internet, de lo que no se debe responsabilizar al útil medio, sino a quienes lo emplean con improfesionalidad o, peor aún, con intenciones aviesas.

Citar es un acto que debe cumplirse con rigor. No hacerlo así debería tomarse incluso, según el caso, como un delito. Y eso, que vale en sentido general, tiene implicaciones de particular relevancia cuando se trata de autores como el propio Martí, dada su jerarquía, histórica, ética, política y literaria, y por la presencia y el valor de su legado en batallas ideológicas y culturales.

El comentarista preferiría no volver sobre ninguna de las citas que ha tratado en los artículos que la “Nota bibliográfica” refiere. Pero hace poco reaparecieron en Facebook —ilustradas, como ya se había hecho, con un retrato de Martí y su nombre como firma— estas líneas : “Triste cosa es no tener amigos, pero más triste es no tener enemigos, porque quien enemigos no tenga, es señal de que no tiene: ni talento que le haga sombra, ni bienes que se le codicien, ni carácter que impresione, ni valor temido, ni honra de la que se murmure, ni ninguna otra cosa buena que se le envidie”.

A quien las reprodujo le informó enseguida el dato, y su respuesta fue que no las había inventado, sino que las halló en internet y lo que dicen “es verdad”. Las aceptaba, pues, como de Martí y, dando por válido lo dicho en ellas, se sentía con derecho a difundirlas. Pero no es así. Podía en todo caso asumir la idea que expresan, quienquiera que fuese el autor, no difundirlas como de Martí, cuando ni por autoría ni en espíritu lo son.

Vale colegir que el tema debe seguir tratándose, y en medio de ese incidente halló el articulista un indicio más que lo confirma. Otra cita propalada igualmente en las redes se le atribuye sin fundamento a Martí: “Si no luchas, ten al menos la decencia de respetar a quienes sí lo hacen”. La segunda parte —variación que ya es sospechosa— se lee también en singular: “a quien sí lo hace”.

Para quienes estén familiarizados con “oír” a Martí, no solo con leerlo, surgen dudas, y pronto quien esto escribe las halló también expuestas por otros autores con argumentos similares a los suyos (ver https://ernestoperez.com/2012/07/frase-apocrifa-de-jose-marti/). Mientras no se pruebe lo contrario, lo más que podría decirse en favor de esa cita es que parece remedar, y empobrecer, un fragmento de “El lenguaje reciente de ciertos autonomistas”, artículo de Martí que Patria publicó el 22 de septiembre de 1894: “Los que no tienen el valor de sacrificarse han de tener, a lo menos, el pudor de callar ante los que se sacrifican”.

Sin haber salido aún de ese punto, el articulista recibió la consulta de una amiga interesada en saber si Martí había escrito lo siguiente: “Un país no es un montón de tierra, porque todos los montones de tierra son iguales, sino el conjunto de instituciones domésticas y públicas que hacen en él decorosa y próspera la vida. Si en la tierra en que no nacimos hallamos la libertad y la felicidad para que nacimos, esa es nuestra tierra,—y no aquella donde no la hallamos, aunque hayamos nacido en ella”.

A continuación se verá por qué la respuesta factual del caso —“Sí, lo escribió Martí”— es más que insuficiente para elucidar lo relativo a la difusión de esas líneas en internet. Aparecen con la firma de Martí y sin más referencia a la fuente que la fecha en que se publicó la crónica de la cual forman parte: “La política internacional de los Estados Unidos”, fechada 3 de febrero de 1890 y aparecida en La Nación, de Buenos Aires, el 20 de marzo siguiente. Pero ni todos esos datos juntos aportan lo que es necesario saber.

Aunque escrito por Martí, el fragmento pertenece a declaraciones ajenas, que él cita o glosa. Quien habla es Richard Guenther, alemán que expresa sus puntos de vista y se mueve entre el rechazo a la realidad de su país natal, de un lado, y, del otro, rejuegos de políticos estadounidenses. Y este es un detalle relevante.

Al contextualizar lo dicho por el alemán, Martí menciona a James G. Blaine, que él refutó en varios textos, por el papel que ese político, secretario de Estado de la voraz nación cesárea, desempeñaba en la urdimbre y la marcha del fatídico Congreso Internacional de Washington de 1889-1890, aún en marcha entonces. Poco antes de las líneas citadas, Martí puntualiza que Blaine actúa “para que no digan sus amigos que no mira por ellos”. ¿No podía ese hecho atraer a Guenther?

En tal telaraña vive, piensa y se expresa ese inmigrante europeo, de quien Martí cita, entre comillas, otras declaraciones, como esta, que revela intereses e ilusiones: “¿Es más madre la que maltrata al hijo que echó de su seno, o la que acoge y hace feliz al hijo ajeno que su propia madre maltrata? Allá somos soldados, somos plebe, somos contera del sable imperial”.

En eso se basa Guenther para afirmar: “aquí nos sentamos como ministros, como se sentó Karl Schurz, en el consejo presidencial de un pueblo de sesenta millones de almas libres. Yo nací en Alemania; pero mi patria es esta, mi patria son los Estados Unidos, y si no los amaba bastante, si no les estaba agradecido, para pelear por ellos contra la misma tierra en que nací, no debí entrarme en su casa como un traidor, y fortalecer con su ayuda el brazo que después había de levantar contra ellos”.

Para los fines del presente artículo no es necesario abundar en lo que apunta al encandilamiento de Guenther ante promociones ideológicas que podían anticipar lemas del siglo XX en la nación que él hace suya: “Usted también puede tener un Buick” o “Usted puede ser presidente de los Estados Unidos”, camelos resumidos y magnificados en el American dream, que al español debería traducirse como el sueño estadounidense. Ni es forzoso indagar qué condiciones le posibilitaron al mencionado Karl Schurz ocupar la posición de la cual su paisano habla entusiastamente. Procede, sin embargo, recordar que la situación y las aspiraciones de Martí no eran las de Guenther.

No vivía el cubano en los Estados Unidos como un emigrado en busca de mejorar sus condiciones materiales de vida, y mucho menos asumía la política de ese país. Se sabe cuán crítico fue del sistema que representaba para Cuba, las Antillas y nuestra América toda, y para el mundo, peligros contra los cuales él se trazó una misión emancipadora que —lo confesó en carta a su amigo mexicano Manuel Mercado el día antes de morir en combate— asumió como su deber: “Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”.

En los preparativos de la guerra en que ya combatía, había buscado y hallado apoyo vital entre compatriotas emigrados que huían del coloniaje sufrido por Cuba, y desde los Estados Unidos seguían fieles a la causa independentista. No sucumbían a los engaños del autonomismo ni a los del anexionismo. Nada tenían que ver con cubanos y cubanas que hoy son capaces de apoyar desde las entrañas de la potencia imperialista las criminales acciones con que ella intenta asfixiar al pueblo que sigue resistiendo y luchando en el camino iluminado por el Maestro.

Si para algo puede resultar útil convertir las palabras de Martí sobre el alemán en otro sonajero falsificador de sus ideas, será para calzar la actitud de esos apátridas. Con ella se vincula asimismo otra de las citas falsas atribuidas a Martí: “Cuando un pueblo emigra el gobernante sobra”.

Para Martí, la patria no podía ser un mero “montón de tierra”, ni su amor a Cuba se reduciría a lo que su juvenil y a la vez maduro alter ego Abdala consideraba “el amor ridículo a la tierra” y “a la yerba que pisan nuestras plantas”. Se sabe cuánto significaron para Martí —“hombre sincero de donde crece la palma”, escribió en Versos sencillos— la patria y la devoción que sintió por ella hasta morir en combate luchando por su libertad.

Obligado a permanecer fuera de Cuba como deportado político, aprovechó sus años en los Estados Unidos para preparar la guerra, encarando incluso el espionaje en ese país, que no había reconocido la causa cubana, y cuyas complejidades le dieron pie para la convocatoria que hizo en “La crisis y el Partido Revolucionario Cubano”, artículo publicado en Patria el 19 de agosto de 1893: “El Norte se cierra y está lleno de odios. Del Norte hay que ir saliendo. Hoy más que nunca cuando empieza a cerrarse este asilo inseguro, es indispensable conquistar la patria. Al sol, y no a la nube”.

Conceptos y realidades advierten contra el peligro de descontextualizar frases suyas cuyo sabor aforístico podría aguar su plena comprensión, pero no por responsabilidad suya, sino de quienes leen y citan mal. Eso puede hacerse hasta con buenas intenciones, como al desgajar “Patria es humanidad” de la página donde fulgura. A la médula de una máxima como esa —ajena a cosmopolitismos nubáceos— no se llega sin captar el alcance con que de modo explícito Martí la fortaleció al trazar la relación entre el sitio donde se nace y los reclamos de la emancipación humana a escala planetaria.

“Patria es humanidad” se lee en la nota de la sección en “Casa”, de Patria, publicada el 26 de enero de 1895, próximo ya él a partir hacia tierras caribeñas rumbo a Cuba para tomar la parte que le correspondía en la guerra que había contribuido decisivamente a preparar. El contexto plasmado en esa nota ratifica que nada hay de desarraigo en el pensamiento de quien sabía que la liberación de Cuba era suceso de gran alcance humano, como de distintas maneras se lee en textos suyos.

Esa máxima es acendrada síntesis culminante en la perspectiva que lo caracterizó desde sus años juveniles. En La República española ante la Revolución cubana, de febrero de 1873, sostuvo dirigiéndose a esa etapa política de España: “la conjuro a que no infame nunca la conciencia universal de la honra, que no excluye por cierto la honra patria, pero que exige que la honra patria viva dentro de la honra universal”.

Y en “Extranjero”, artículo publicado en el periódico El Federalista, de México, el 16 de diciembre de 1976, cuando se disponía a partir de ese país, trazó lo que seguiría siendo el sentido cardinal de su existencia: “Y así, allá como aquí, donde yo vaya como donde estoy, en tanto dure mi peregrinación por la ancha tierra,—para la lisonja, siempre extranjero ; para el peligro, siempre ciudadano”.

Era la orientación de quien siempre pensó en su patria y se preparaba para redimirla. En carta del 27 de noviembre de 1877 a Valero Pujol, director de El Progreso, rotativo de Guatemala —la escala de entonces en su trayectoria—, declaró: “Yo nací en Cuba, y estaré en tierra de Cuba aun cuando pise los no domados llanos del Arauco”.

Nota bibliográfica

Los artículos aludidos al inicio son fundamentalmente:

  • “Luces de José Martí para el socialismo”, http://www.cubadebate.cu/opinion/2018/09/06/luces-de-jose-marti-para-el-socialismo/;
  • “¿Cómo citar a José Martí?”, http://www.lajiribilla.cu/articulo/como-citar-a-jose-marti;
  • “Falsificaciones en torno a José Martí”, http://www.lajiribilla.cu/articulo/falsificaciones-en-torno-a-jose-marti;
  • “Más balas criminales contra José Martí”, http://www.lajiribilla.cu/articulo/mas-balas-criminales-contra-jose-marti;
  • “Citas que son —o no son— de José Martí”, https://www.cubaperiodistas.cu/index.php/2020/07/citas-que-son-o-no-son-de-jose-marti/.

Ampliar imagenLuis Toledo Sande
Escritor, investigador y periodista cubano. Doctor en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana. Autor de varios libros de distintos géneros. Ha ejercido la docencia universitaria y ha sido director del Centro de Estudios Martianos y subdirector de la revista Casa de las Américas. En la diplomacia se ha desempeñado como consejero cultural de la Embajada de Cuba en España. Entre otros reconocimientos ha recibido la Distinción Por la Cultura Nacional y el Premio de la Crítica de Ciencias Sociales, este último por su libro Cesto de llamas. Biografía de José Martí. (Velasco, Holguín, 1950).

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